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Mostrando entradas de abril, 2016

Cervantes sin ingenio

Escucho en la radio a uno de los sabios de tertulia que pontifican de todo, que ya quisiéramos los españoles parecernos a los ingleses, que están tirando las islas británicas por las ventanas para celebrar/conmemorar el centenario, el cuarto, de la muerte de su gran dramaturgo, William Shakespeare, que se produjo, oh, casualidad de casualidades, el mismo día, hora arriba o abajo, que lo hiciera nuestro Miguel de Cervantes, y no como nosotros, que le estamos haciendo una faena de aliño al más insigne de nuestros escritores. Pues bien, se conoce que alguien con mano en el Congreso de los Diputados y Diputadas escuchó aquello y “quitándose las botas, se dijo: ésta es la mía”. Y sin encomendarse a Dios ni al diablo montó un pollo cervantino en el hemiciclo: una patochada de molde, escuché luego a otro sabio de tertulia.   Digo lo de Dios y el diablo porque a poco que hubiera hablado con alguno de los dos, el bochornoso espectáculo no habría tenido lugar. En esto que aparece uno ...

Los papeles de Panamá

    ¿Que yo también he incurrido en los ‘infames papeles’ (Almodóvar dixit) de Panamá? Vamos anda. Mi fidelidad al gran Cela es tal (ya saben: “cuando en un sitio huele mucho a algo, el secreto no es oler más fuerte, sino oler a otra cosa”), que la única licencia que me he permitido es usar dichos papeles como reclamo publicitario. Huele que apesta por doquier a los paradisíacos papeles panameños; huyamos pues de ellos como de la peste y vayamos sin demora a los dignísimos folios de Panamá, del Canal de Panamá, de su gigantesca y asombrosa ampliación, o sea.     Dentro de un par de meses y pico, será noticia: con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide, tendrá lugar la inauguración oficial de la ampliación del Canal, una de las obras más grandiosas de la ingeniería civil de todos los tiempos. O sea, que yo lo único que hago es adelantarme a los acontecimientos. Si ya de por sí la construcción, un siglo ha, de dicha vía entre do...

Los versos del capitán

   “ Pablo es de una de las pocas personas felices que he conocido en mi vida”, dijo de Neruda el ucraniano Ilyá Ehrenbur, aquel pacífico intelectual (“si te acuestas sin haber matado un alemán, será un día perdido), amigo también de Picasso y de Alberti, que anduvo de corresponsal de guerra en la España de la guerra. A quién se le ocurre, tildar de semejante vulgaridad a tan grande poeta. Se entera Rimbaud y lo expulsa ipso facto del parnaso, espada flamígera en mano: “Cómo puedes haber caído tan bajo”, le diría a un amigo que se declaró feliz. Y no digamos Fernán-Gómez, que cuando le preguntaron si era feliz, contestó, cual Júpiter tronante, con sensacional ocurrencia: “¡No. Ni falta que me hace!”. En fin, que yo por si acaso no diré que don Pablo fuera un hombre feliz, pero de lo que sí estoy seguro es de que fue un hombre bueno, que es lo más grande que se puede decir de una persona (el que se desentendiese de su hija hidrocefálica, es el único lunar que encuentro en s...