Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de enero, 2019

JULEN

     Todo el mundo sabía que el niño estaría muerto. Excepto sus padres. Una tarde de agosto, mientras enterraban a nuestro hermanito de pocos meses, yo, once años, estaba convencido de que mis padres volverían a casa con él vivo. De nada me servía haberlo visto yacente en el suelo con una bolsa de sal en la barriguita: “Para que no se hinche”, dijeron las mujeres. Por entonces yo no sabía que un sabio francés, llamado Blas Pascal, había dicho una cosa para la eternidad: que “el corazón tiene razones que la razón no comprende”. Por eso, siglos después, entendí con absoluta naturalidad lo que cierta paciente me contase. Cada noche, se asomaba a la puerta a ver si venía su hijo. Su hijo no venia, pero en la penumbra de la esquina, como tantas noches había sucedido, ‘veía’ un bulto en el suelo. Y cada noche se acercaba a comprobar si era su hijo. “Yo sé que no, porque voy todas las mañanas a verlo al cementerio. Pero es que no puedo evitarlo”. La mujer tampoco sabía lo d...

EL RESPETO Y LA BANDERA

   Al respeto, a la falta del mismo, tenía pensado dedicar mi crónica de hoy. No me refiero a la moda juvenil, propiciada/consentida por cierto profesorado, de hablar de tú a todo quisque o quisqui (del latín, ‘quisque’: cada uno, cada cual), que ya incluso algunos locutores, la COPE, se dirigen a mí tuteándome: te estamos informando,… Al joven que me tutea soy incapaz de decirle nada, pero al locutor no le consiento ni una: en cuento escucho el tuteo (no todos, ya digo), me voy con la música a otra parte. Estaría bueno, yo que les hablé a mis padres de usted hasta el día de su muerte. Pero no era de esa falta de respeto de lo que quería hablarles, sino de otra más gorda. Síganme.   Siendo yo un jovenzuelo médico de la Prisión de Jóvenes, Cáceres II, muchachos provenientes de toda España, toxicómanos en su mayoría, en cuanto alguno presentaba el más mínimo síntoma relacionado con el sida, recién eclosionado, tiraba de Artículo 60, libertad para enfermos incurables (...

EL SECRETO DE VOX

         EL SECRETO DE VOX              Agapito Gómez Villa    Anda el personal bastante perdido, dándole vueltas y más vueltas a la eclosión de VOX, y lo que te rondaré morena. Que si ha sido por los dislates del malhadado sistema autonómico, fuente de todo despilfarro, desigualdad y disgregación (ah, esos prescindibles, innecesarios, superfluos, diecisiete parlamentos regionales; ah, esos miles de 'ministrines'); que si por la mucha inmigración ilegal; que si por la consustancial corrupción de todo régimen secular; que si el hartazgo de lo de Cataluña; que si la Ley de Violencia de Género (los dirigentes de VOX sabrán por qué ese banderín de enganche) y por ahí seguido. Pues bien, estoy en condiciones de aclararles, en rigurosa exclusiva, la razón "princeps", o sea, la causa fundamental de semejante fenómeno social.    "Yo creo en el futuro de la poesía, porque vivo en el país donde la poes...

NO A UN TREN INDIGNO

    Nos sucedió en un céntrico hotel de Madrid, no recuerdo el nombre. Cuando mi santa y yo hubimos abierto la habitación que nos habían asignado, nos encontramos con una zahúrda: lo juro por mi conciencia y honor. ¡Cariñooooo!, ¿es verdad o nooooo? Sí, mi amoooor. Ipso facto, nos presentamos en la recepción y -qué cara nos verían- no hizo falta que abriésemos la boca: nos dieron una suite de las alturas. Es que estamos sin habitaciones, nos dijeron. En cuanto me vieron la pinta de “extremeño, cerrado de barba y de mollera” (Umbral dice que es de Quevedo, pero yo creo que es invención suya: para vengarse del día que le llamaron hijo de puta en Cáceres), les decía que cuando vieron los carnés, no se lo anduvieron pensando: la zahúrda para este par de pardillos. ¿Ustedes creen que se hubiesen atrevido a darle semejante cochinera a un vasco o a un catalán? Vamos anda. Pues eso es justamente lo que pasa con los trenes. Lo que yo les diga a ustedes.    ...