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Mostrando entradas de julio, 2022

¿UN TREN DIGNO?

¿UN TREN DIGNO? Agapito Gómez Villa Y habló Yahvé desde su morada en Bruselas: “Unamos todas las capitales de la Unión Europea mediante trenes que viajen a la velocidad de la electricidad”. Aunque aquello era una barbaridad, todo el mundo lo entendió a la primera. En efecto, todos los habitantes de la Europa Unida dieron por hecho que lo que Yahvé quiso decir es que los trenes volarían veloces sobre vías electrificadas: tan rápido como la corriente eléctrica, ni el Falcon de Pedro Sánchez, uno que gobernaría sobre la España, décadas más tarde. Los habitantes de la Extremadura se llenaron de contento con la noticia: el tren (AVE para los amigos) que uniría Madrid con Lisboa atravesaría sus tierras cual flecha filistea, ensartando ciudades a su paso. Mas hete aquí que, al poco tiempo, los vecinos de la dulce Portugal decidieron bajarse del tren, con lo cual se produjo un fenómeno único en la historia universal: el descarrilamiento de un tren parado, qué digo parado,...

LOS GORRIATOS MUERTOS

LOS GORRIATOS MUERTOS Agapito Gómez Villa Hay quien dice que somos lo que recordamos (mal asunto cuando se pierde dicha capacidad). Hablemos, pues, de recuerdos. Uno de los momentos más memorables de la historia de la literatura universal tiene como fundamento los recuerdos evocados por algo tan ‘prosaico’ como el sabor: el sabor de un trocito de magdalena mojado en el té: de Marcel Proust hablo y de su extraordinaria obra: “A la búsqueda del tiempo perdido”. Por contra, un escritor enfermizamente proustiano, Francisco Umbral (habría dado el brazo manco de Valle-Inclán por ser Proust), nunca habla de sabores, sino de olores, lo cual no deja de ser cuasi lo mismo: el 60% de lo que se detecta como sabor es procedente de lo que se detecta como olor. Cosas de la neurología. Alguien podrá pensar que donde se ponga el poder evocador de la vista, o del oído, que se quite todo lo demás. Alto ahí. El primero de los nervios que aparecen en la evolución es… ¡el olfatorio...

EL CENTRO DE LA SED

EL CENTRO DE LA SED Agapito Gómez Villa La primera vez que tuve conocimiento de la existencia del ‘centro de la sed’, diminuta pero importantísima formación situada en la base del encéfalo, en el hipotálamo para más señas, fue en clase de fisiología. Me impresionó de verdad aquel experimento que, pasado medio siglo, recupero de un magnífico y didáctico libro, el Guyton: “La estimulación eléctrica de este centro con electrodos implantados, hace que un animal empiece a beber al cabo de pocos segundos y siga bebiendo hasta que se interrumpe la estimulación eléctrica”. No me digan que no es bonito. No creo que haga falta decir que la sed es uno de los mecanismos fundamentales para la pervivencia de cualquier especie: sólo hay que ver las inmensas distancias que en las grandes sequías recorren en busca de agua, de barro más bien, los animales que salen en los documentales de La 2. Sin comer, se puede vivir un tiempo considerable; sin beber, los únicos que a...

MUERTOS DE TERCERA

A modo de introducción: como saben, no es mi estilo amargarle el domingo a nadie con temas desagradables, pero a veces no queda más remedio que mojarse. “Escribo de algo cuando el asunto me fecunda”, dijo Miguel Delibes, ese sabio. Pues eso. Así que, “perdón por la tristeza”, verso de Vallejo que canta, como nadie podría hacerlo, Joaquín Martínez, más conocido por Sabina, ese genio. Cuenta Julián Marías, el hombre de más categoría moral que me he echado a la cara, dicho sea de paso, que, en los días previos al golpe de estado del 36, ante el tumulto formado en una calle de Madrid, una señora preguntó sobre el particular: “Uno que han matado”, dijo alguien. “Un falangista”. “Ah, bueno”, contestó la mujer. Dicho relato me recordó lo escuchado una mañana de mi adolescencia: “Anoche murió uno en la carretera de Salamanca” (cerca de mi pueblo). “Por lo visto, era un portugués”. ¿Que a dónde quiero ir a parar? Varias decenas de jóvenes murieron hace cuatro días en el intento de asal...