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Mostrando entradas de octubre, 2022

UN GENIO, UN SABIO, UN PROFESOR

Tenía yo todo preparado, “recado de escribir” incluido, que así se decía en tiempos del hombre que llevó el articulismo periodístico a sus más altas cimas, C. González Ruano, ¡maestro de Manuel Alcántara y de Umbral!, les decía que, siguiendo mi costumbre de escribir los ‘obiturios’ en vida del ‘finado’ (a burro muerto, la cebada al rabo), lo tenía todo a punto para dedicarle este escrito a un sabio, Antonio Gala. He dicho un sabio porque así titulan una entrevista que le hiciera Jesús Quintero, a raíz de cuya muerte ha vuelto a la palestra: “Un genio y un sabio, frente a frente”. Dice Julián Marías que la oratoria de Ortega era como un manantial de filosofía. Pues bien, si hubiese escuchado a Antonio Gala entrevistado por Quintero, seguro que no habría dicho un manantial: habría dicho un torrente. De sabiduría. Sí. Nunca en mi vida he visto a un ser del género humano (los ángeles lo hacen muy bien por lo visto: “habla como los ángeles”, se dice) hablar como lo hace Antonio Gala, ...

SÁNCHEZ Y LOS HUEVOS.

SÁNCHEZ Y LOS HUEVOS Agapito Gómez Villa Sánchez. Ha bastado la simple sugerencia que le hiciera el pasado domingo en estas páginas (por cierto, se me fue la pinza en los millones defraudados en Andalucía: puse 7.000 en lugar de los casi 700), les decía que ha sido suficiente el consejo que le di a Pedro I el Alto (Pedro I el Grande es otro) de que se cepillase de un plumazo a los saltimbanquis que han convertido la ciencia meteorológica en un circo (hay gente seria, por supuesto), para que se haya puesto a llover como Dios manda. De no haber sido así, la cosa habría tomado tintes de verdadero dramatismo. Cerrado queda, pues, felizmente, el capítulo de Sánchez: en el ámbito nacional. No obstante, me gustaría quedar resuelto el asunto a nivel regional. A ello vamos. Los huevos. Cuando yo era muchacho, todas las bodas se celebraban en verano, única manera de asegurarse un día radiante. No me digan que es lo mismo casarse con sol, que hacerlo con lluvia, la cola del...

LA SOLUCIÓN: PEDRO SÁNCHEZ

“A ése no se le pone na por delante”, se dice en mi pueblo de los tíos que no conocen límites morales, ni legales, ni amicales a la hora de conseguir algo. El paradigma de lo cual, aunque no naciera en mi pueblo, fue Jesús Gil, aquella hermanita de la caridad; o Ruiz Mateos, aquel pobre hombre que acabaría de Superman: “¡Que te pego, leche!”; o el principito Mario Conde, tan guapito él y tan número uno, que le puso los bolsillos boca abajo al banco que presidía; o el mismísimo Botín, que no fue al trullo porque tenía más abogados que empleados, abogados que no tuvieron empacho en retorcerle el pescuezo a la Constitución. O el rey Emeterio, perdón Emérito, que siempre le pareció que todo el campo era Turégano, perdón, orégano. Y así podríamos seguir todo el día. Individuos todos, en fin, a los que les viene pintiparado lo del principio: nunca se les puso nada por delante. Ahora, tenemos en La Moncloa (Moncloa para periodistas), a uno de ellos. ¿Que no le convienen las cuentas de los...

JESÚS QUINTERO

Estando Quintero de por medio, entenderán ustedes que no pierda el tiempo con los energúmenos que la otra noche se dedicaron a insultar a las muchachas del colegio madrileño de enfrente. Dicho lo cual, tengo que decir que esta columna no hubiese hecho ni falta escribirla: habría bastado con mandar la que escribiera hace veinte años: “El loco de la colina”. Dijo Jenófanes, uno de los siete sabios de Grecia (se dolía el gran Manuel Alcántara de que el octavo, que sabía casi tanto como el séptimo, no fuera famoso), les iba diciendo que el sabio griego dijo que para descubrir a un genio, había que ser un genio previamente. Yo creo, don Jenófanes, que eso es una exageración: yo no soy un genio, ya me gustaría, y sin embargo, me bastó muy poco para averiguar que Quintero sí lo era: un genio de la comunicación, tal que dice todo el mundo ahora, después de muerto. A buenas horas, mangas verdes. Un genio que tenía, además, la virtud de caer bien a todo el mundo: no conozco a nadie al q...

ELLA Y ÉL

ELLA Y ÉL Agapito Gómez Villa Ella. La Conferencia Episcopal ha salido en defensa de doña Irene Montero, por aquello que dijo sobre las relaciones sexuales en la niñez. Por boca de su portavoz, los monseñores han dicho que las palabras de la ministra han sido sacadas de contexto. Totalmente de acuerdo. No creo que a nadie, por muy escaso juicio, se le pueda ocurrir semejante barbaridad: la justificación de la pederastia (busquen, busquen en las hemerotecas), práctica tan execrable, tan abominable, tan repugnante, que el Jefe de la Conferencia, Jesucristo, ¿o no?, no se anduvo con chiquitas: “Ay de aquel que escandalizare (….) a uno de estos pequeñuelos. Más le valiera no haber nacido”, o bien, “más le valdría atarse una piedra de molino al cuello y arrojarse al mar”. Nunca Jesucristo fue tan duro. No es para menos. Es tan grave lo dicho por doña Irene, empeñada en meterse de modo contumaz en charcos de once leguas, que los monseñore...