“A ése no se le pone na por delante”, se dice en mi pueblo de los tíos que no conocen límites morales, ni legales, ni amicales a la hora de conseguir algo. El paradigma de lo cual, aunque no naciera en mi pueblo, fue Jesús Gil, aquella hermanita de la caridad; o Ruiz Mateos, aquel pobre hombre que acabaría de Superman: “¡Que te pego, leche!”; o el principito Mario Conde, tan guapito él y tan número uno, que le puso los bolsillos boca abajo al banco que presidía; o el mismísimo Botín, que no fue al trullo porque tenía más abogados que empleados, abogados que no tuvieron empacho en retorcerle el pescuezo a la Constitución. O el rey Emeterio, perdón Emérito, que siempre le pareció que todo el campo era Turégano, perdón, orégano. Y así podríamos seguir todo el día. Individuos todos, en fin, a los que les viene pintiparado lo del principio: nunca se les puso nada por delante.
Ahora, tenemos en La Moncloa (Moncloa para periodistas), a uno de ellos. ¿Que no le convienen las cuentas de los señores del Tribunal de Cuentas? Los sustituye de un plumazo y aquí paz y después gloria. ¿Que no le gustan los resultados del organismo encargado de las estadísticas? Pone a otros que saben hacer las cosas como Dios manda. Que no le gusta la condena a prisión de Griñán, le pega un indultazo y punto en paz. Aquí, como médico que fui la institución penitenciara, tengo que abrir un paréntesis: ¿qué hace entre rejas un señor mayor que yo, que lleva ya tiempo viviendo en ‘libertad provisional’? Amables lectores: del mismo modo que existe el ‘salario emocional’, existe la ‘prisión emocional’: lo más parecido a la ‘libertad provisional’. ¿Les parece poca condena estar todo el día ‘preso’ en el ‘candelabro’ de los medios de comunicación? Pues bien, en ‘prisión emocional’ lleva muchos meses el señor Griñán. Además, si entrase en el maco, sería indultado a los cuatro días, que se lo digo yo. Para eso, mejor que no entre. Ya bastante tiene el hombre encima. Y que conste que no justifico tan brutal latrocinio: ¡7000 millones! Cierro paréntesis.
El de La Moncloa (Moncloa para periodistas) es Pedro Sánchez, claro, que a ése sí que le viene al pelo el dicho de mi pueblo. Pero no hay mal que por bien no venga. Dicho señor tiene en su mano la solución a un acuciante problema, que de no remediarse pronto, nos va a dar un buen disgusto. La situación no es nueva, no obstante: los que ya tenemos una edad, recordamos tiempos incluso peores. Me refiero a la sequía. Ahí voy: vista su manera de actuar, le voy a dar una idea al ínclito don Pedro: cargarse de un plumazo a todos los informadores del tiempo, que son todos unos gafes, empezando por ese Brasero, que se pasa la tarde haciendo jerigonzas y dando saltitos y luego no cae una gota donde tiene que caer. A por ellos, señor Sánchez. De nada.
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...
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