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Mostrando entradas de abril, 2024

SANCHEZPEARE IN LOVE

No me digan que no queda bonito el título. Y cinematográfico. “Soy un hombre profundamente enamorado”. Lo dice Pedro de Tarso en su Carta a los Efesios, perdón, a los españoles, o sea, ¡Sanchezpeare in Love! Aunque tampoco hubiese quedado mal “El factor humano”, título de otra película, basada, como saben, en la obra homónima de Graham Greene. Vaya por delante que el autor de la carta nunca fue santo de mi devoción. Tal vez porque a los individuos con desmedido afán de poder, siempre han sido considerados entre las ‘personalidades patológicas’ (consúltese el Farreras): Pedro Sánchez mismamente, el tío que, con tal de no apearse del Falcon, ha puesto a España a los pies de los caballos independentistas, bolivarianos y terroristas. Vayamos con el factor humano. Yo no tengo por qué dudar de su sufrimiento por amor (otra cosa es que me parezca una ridiculez que todo un presidente de gobierno saque a relucir su vida personal, por favor, Pedro), pero bien creo que el detonante de la...

EL FUTBOLISTA Y LA MALETA

Noche memorable, apoteósica, de infarto, la vivida el otro día: por los madridistas, claro. Vaya por delante que yo me hice del Real Madrid a los nueve años, un día en la escuela de mi pueblo, sin haber visto un partido de fútbol en mi vida, y la razón fue muy sencilla: en Madrid vivían, bueno, malvivían, cuatro de los siete hermanos de mi padre. La otra opción era el Barcelona (el Atlético de Madrid no contaba), que era el equipo de los seminaristas, una veintena, y por extensión de los monaguillos, compañeros de aula. Total, que quién me iba a decir a mí que estaba eligiendo al que, andando los siglos, sería el mejor equipo del mundo, gracias sean dadas al Altísimo (el Madrid es como una religión). El caso es que la otra noche, cuando el Manchester y el Madrid hacían el solemne paseíllo de entrada en el terreno de juego, volví a contemplar un detalle que no me gustó nada, lo que se dice nada. La actitud de los jugadores hacia el niño que cada uno llevaba de la mano: igualito que si l...

DE LAS CIENCIAS Y LAS LETRAS

El otro día, coincidiendo, qué casualidad, con la muerte a los 94 de Peter Higgs, el genio que en 1964 se sacó de la manga de las ecuaciones la partícula que lleva su nombre, el bosón de Higgs (su existencia fue demostrada varias décadas más tarde, como manda la estética de la física), sin la cual el mundo tal que lo conocemos no hubiera podido existir -la energía no hubiese podido convertirse en materia-, les decía que mientras Higgs moría con el premio Nobel puesto) el gran científico español, J.M. Sánchez Ron, de la RAE al tiempo, hizo unas declaraciones que me vinieron al pelo: “Es triste que la política cultural siga dirigida por personas con escasa cultura científica”. A tope con usted, profesor. Es que a uno, con perdón, siempre le pareció una aberración que se considerase más culta a la persona de letras que a la versada en ciencias (Neruda nunca aprendió a dividir y se jactaba de ello). Digo que me vinieron al pelo porque, previamente, en más de una ocasión he tratado el ...

EL BALÓN DE ORO

Tal que muchos de ustedes sabrán, el HOY ha tenido a bien dedicar un aceptable pedazo de su espacio-tiempo (una sola dimensión desde Einstein p’acá) a las Medallas al Mérito Colegial, Cáceres, que este año han recaído en don Carlos Martín, un lujo de la Medicina Interna, y en este particular, como médico de cabecera. Comoquiera que es de bien nacidos el ser agradecidos, vaya, pues, por delante mi reconocimiento a este periódico, ‘mi’ periódico. Para que ustedes me entiendan, dicho galardón es lo más parecido a un Goya de Honor, pues que se premia toda una trayectoria profesional. Y aquí viene al pelo lo de Unamuno (con ese apellido es listo cualquiera): “Muchas gracias por este premio que tanto merezco”. Según don Miguel, los que decían lo contrario, dejaban en mal lugar a los que se lo habían concedido. Aunque no soy el más indicado para decir si merezco o no tan importante distinción, con tal de no hacer de menos a los queridos colegas que se han dignado acordarse de mí, me apunto a...