No me digan que no queda bonito el título. Y cinematográfico. “Soy un hombre profundamente enamorado”. Lo dice Pedro de Tarso en su Carta a los Efesios, perdón, a los españoles, o sea, ¡Sanchezpeare in Love! Aunque tampoco hubiese quedado mal “El factor humano”, título de otra película, basada, como saben, en la obra homónima de Graham Greene.
Vaya por delante que el autor de la carta nunca fue santo de mi devoción. Tal vez porque a los individuos con desmedido afán de poder, siempre han sido considerados entre las ‘personalidades patológicas’ (consúltese el Farreras): Pedro Sánchez mismamente, el tío que, con tal de no apearse del Falcon, ha puesto a España a los pies de los caballos independentistas, bolivarianos y terroristas.
Vayamos con el factor humano. Yo no tengo por qué dudar de su sufrimiento por amor (otra cosa es que me parezca una ridiculez que todo un presidente de gobierno saque a relucir su vida personal, por favor, Pedro), pero bien creo que el detonante de la tormenta (el dolor producido por las denuncias contra su mujer), son las gotas que han hecho rebosar el vaso de su resistencia psicológica. En su ‘paulina’ carta, Pedro habla de la “máquina del fango” para referirse, en cada renglón, a la derecha y a la extrema derecha, cómo no, así como para quejarse del maltrato que sufre de parte de la prensa canallesca, ¿por qué será? Pero a mí me falta algo. Allá voy.
“Cuanto más me conozco a mí mismo, más conozco a los demás”. ¡Ahí está! Uno cree que lo que le ha conducido a la exasperación, sea o no consciente de ello, ha sido una cosa que a mí me habría sacado del terreno de juego a las primeras de cambio: los abucheos e insultos de todo jaez en cualquier lugar público en donde se ha atrevido a poner los pies: el otro día en la entrega del Cervantes, sin ir más lejos (ah, esas manos desfallecidas en los bolsillos).
El ruido de la “máquina del fango” se puede silenciar: cierras la puerta y punto en paz. Pero a ver quién es el guapo que es capaz de sustraerse a los insultos de unos albañiles ¡mientras estaban trabajando!, tal que sucediera no ha mucho en Dos Hermanas, feudo socialista para más inri. Añádanle a eso las ‘gotas’ judiciales contra su esposa y tendrán la explicación de estos cinco días de parón/pasión.
Dicho todo lo cual, lo que jamás le perdonaré a Pedro es la putadita que le ha hecho a uno de los más grandes españoles que ha dado España. Y ya de camino a este particular. Medio siglo llevo pidiendo en estas páginas el Princesa de Asturias para Serrat (y para Sabina), y cuando al fin consigo que se lo concedan (recuerden que amenacé con la recortá) va Sanchezpeare y nos presenta su parón/dimisión, dejándonos a ambos sumidos en el ostracismo mediático más absoluto. Imperdonable, ya digo.
(Post scriptum: ¡Zapatero no, por favor! ¡Vuelveeee, Felipeeee!)
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...