Espero que a nadie se le ocurra pensar que éste es uno más de los diez mil artículos cotidianos, dedicados por estos días a Pedro Sánchez y señora (mi ‘parienta’ B. Gómez). De eso ni parler. Yo quiero hablarles del buen/mal uso del castellano, esa joya asombrosa llena de mil matices, a la que un poeta chileno llamado Pablo le escribió los más encendidos elogios (es que si pongo el nombre de un poeta español, me pueden correr a gorrazos los héroes del nacionalismo lingüístico). Veamos. Ha dicho Pedro que su mujer es una persona honesta. Bien. ¿Y qué? Eso ya lo presuponíamos desde que dijo que está enamorado de ella hasta las trancas (cuando me enteré, lloré de emoción como un Almodóvar, no confundir con un almogávar). Dicho de otra manera: qué rayos tiene que ver con la acción gubernativa el que mi ‘prima’ Begoña no dé el nivel para estos versos lorquianos de “La casada Infiel”: “Y yo me la llevé al rio/creyendo que era mozuela,/ pero tenía marido”, ay (el ay es mío). Que a cue...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa