Decíamos anteayer (diario HOY): “El SES ofrece hasta 750 euros más al mes a los médicos por ir a plazas de difícil cobertura”, además de un plus por desplazamiento. Bienvenida sea toda medida encaminada a solucionar la grave situación a la que ha llegado la atención médica en el medio rural. Para no perder la costumbre, los gerentes no se han movido hasta que el problema ha alcanzado una intensidad insoportable. Sí, ya sé que la cosa no es de fácil solución, que la viene de muy atrás, que la actual administración lleva cuatro días y todo eso. Las administraciones no tienen nada que echarse en cara, son tal para cual. Y eso que ahora suelen estar integradas por personas de cierta valía. Tiempos hubo en que estuvimos gestionados por lo más inepto que iban encontrando: “No teníamos a nadie, Agapito”, me dijo uno que tuviera mando en plaza en la política regional. “Menos mal que la sanidad funciona gracias a los buenos oficios de los sanitarios”, le contesté.
Gente de cierta valía he dicho. En efecto. Pero siguen adoleciendo de un incorregible defecto, a saber: piensan que lo saben todo, y en ese afán no se les ocurre pedir ni siquiera una opinioncita a los viejos de la tribu, que para algo han de servir las muchas de vuelo, digo yo.
Fíjense si es cierto lo que afirmo, que ha sido un médico jubilado, aunque en perfecto estado de revista laboral, que ésa es otra, el doctor Dimas Igual, el que ha tenido que auspiciar la solución a una flagrante disfunción del sistema: la vergonzosa falta de comunicación/coordinación entre la Medicina de Familia y el resto de las especialidades (lo traté en estas páginas hace décadas). “En la era de las comunicaciones, vivimos de espaldas”, me diría el inquieto colega.
“Foro de entendimiento entre los médicos de primaria y hospitalaria”, ha llamado don Dimas a lo suyo. Les supongo sorprendidos por el asunto, pero les aseguro que es una verdad tan grande como un hospital. Con lo determinante que sería mantener -por el bien del paciente, claro- una relación fluida entre los médicos de ambos lados de la valla. No se imaginan la cantidad de problemas que podrían resolverse si existiera la comunicación que hoy no existe. Pues nada, parece que no hay manera. Tendremos que seguir arreglándonos con el teléfono privado del colega y amigo. Lo ideal sería, claro es, lo que vi un día: un médico de primaria, cada vez que necesitaba ayuda, consultaba de inmediato con el internista que había en la consulta de al lado. Eso, hoy por hoy, es una utopía, lo sé. Aprovecho esto último para decir que al que se le ocurrió suprimir las especialidades ambulatorias habría que haberle cortado las manos arrente el codo.
En fin, que como presiento que el “entendimiento” que pretende don Dimas va para largo, mientras llega, se me ocurre una idea: crear al menos una línea telefónica directa entre los médicos de hospital y los de atención primaria. ¿Les parece mucho pedir?
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...