El domingo pasado hablé de la presentación en sociedad de “Los grandes proyectos de desarrollo de Extremadura”, entre los cuales tuvo su espacio el Buda cacereño, como potente motor turístico de la ciudad, supongo. En el acto salieron a relucir, claro es, las muchas dificultades que estaban teniendo los nepalíes para llevar a cabo sus pretensiones. Y es aquí cuando el ponente se preguntó que qué rayos nos pasa a los extremeños, que en cuanto una innovación aparece en lontananza, surgen de inmediato los antagonistas, con sus contaminaciones: ideológicas o de las otras. En lo que al Buda respecta, parece ser que los seguidores de esa “religión sin dios” contaminan una enormidad: lo dejan todo perdido de átomos budistas, muy radiactivos al parecer. Pues mira tú por dónde, justo una semana después aparece en el periódico lo que uno ya venía barruntando: la muerte del proyecto budista. Ante las inasumibles pretensiones económicas de los dueños de la última ubicación elegida, los nepalí...
“Señoras y señores: los pasajeros del vuelo E9770 con destino a Badajoz pueden embarcar por la puerta 3”, dijo una voz femenina en un correcto español, impregnado de la prosodia búlgara. Nos encontrábamos en el aeropuerto de Burgas, lugar en donde habíamos aterrizado una semana antes, en vuelo directo desde Talavera la Real, primer motivo de asombro: ¡Badajoz-Bulgaria! Uno sabía, claro es, que el viaje de vuelta sería a la inversa. A pesar de lo cual no dejé de sorprenderme cuando escuché a la señorita dar el aviso por los altoparlantes, que así dicen nuestros hermanos de Hispanoamérica. ¡Con destino a Badajoz! Si no lo veo, no lo creo. El viaje, precioso, gracias. La mitad de la belleza del paisaje la pone el que mira, pero yo no me conformo con esa cantidad: saco pan de cualquier piedra. Me gusta más conocer otras tierras, otras culturas, otras formas de vida, que a un tonto una tiza. (El evento viajero es de los auspiciados por la Junta de Extremadura, pero no lo voy a refe...