Tranquilo, tranquilo, que no es por lo de la cacería, a pesar de lo feo que resulta matar a un elefante (más feo que pegarle a un padre), que parece que estuvieses matando a una persona, de lo grande que tienen el cerebro: a mí me mira un elefante moribundo por culpa de mi escopeta y me tienen que buscar por toda Botsuana y tierras aledañas, de la carrera tan despavorida que emprendería, los ojos tristes del animal clavados en los míos. No es por lo de la escapada africana, ya digo. Es por otra cosa, que, por cierto, no he visto reflejada en boca de ninguno de los millones de opinadores profesionales, hablados y/o escritos que viven en este país. Me lo dijo mi amigo, el lunes siguiente al accidente de Froilán, después de contarme lo del disparo en el antepié, a cañón tocante: “¿A que no sabes quién duerme esta noche con el niño?”. “¡No me digas!”. “El rey. Acabo de hablar con la madre”. “Yo haría lo mismo”, le dije. Les aseguro que, cua...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa