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Mostrando entradas de abril, 2012

El rey o la gran decepción

     Tranquilo, tranquilo, que no es por lo de la cacería, a pesar de lo feo que resulta matar a un elefante (más feo que pegarle a un padre), que parece que estuvieses matando a una persona, de lo grande que tienen el cerebro: a mí me mira un elefante moribundo por culpa de mi escopeta y me tienen que buscar por toda Botsuana y tierras aledañas, de la carrera tan despavorida que emprendería, los ojos tristes del animal clavados en los míos. No es por lo de la escapada africana, ya digo. Es por otra cosa, que, por cierto, no he visto reflejada en boca de ninguno de los millones de opinadores profesionales, hablados y/o escritos que viven en este país.     Me lo dijo mi amigo, el lunes siguiente al accidente de Froilán, después de contarme lo del disparo en el antepié, a cañón tocante: “¿A que no sabes quién duerme esta noche con el niño?”. “¡No me digas!”. “El rey. Acabo de hablar con la madre”. “Yo haría lo mismo”, le dije. Les aseguro que, cua...

Sobre héroes con o sin tumba

   El título de este escrito es, claro está, una paráfrasis de la obra de Ernesto Sábato, “Sobre héroes y tumbas”. Sí, ya sé que las cosas no están para bromas petroleras con los argentinos, pero don Ernesto fue siempre un referente moral, aún en los momentos más tétricos de la historia más negra de aquel país. En fin, que esto viene a ser como una de Pérez Reverte, pero sin barcos matándose a cañonazos, ni soldados heroicos, vivos o muertos, en el campo de batalla sembrado de cadáveres. Héroes del mundo laboral, sí: anverso del típico zángano, de la cosa pública mayormente, adicto a darse de baja por cualquier tosecilla o decimilla o golpecillo.   Me lo encontré en el pasillo del hospital, arrastrando la ‘cruz’ con ruedas, coronada por un gotero. Lo conocía de algo, y por no pecar de antipático, me dirigí a él: “¿Muy grande la cornada?”. “Una pancreatitis”. Diez días después, el bar abarrotado de personal, le digo a un camarero que andaba bandeja en mano: “Por el...

Me llamó Florentino

    Arrecia el vendaval, el futbolístico, aclaro, que el otro, el meteorológico, se bate en retirada, luego de haberle hecho la pascua, un año más, a la otra Pascua, la de Resurrección, vamos, a la Semana Santa. Les está bien empleado: por no hacerme caso. La última vez que estuve en Portugal, país que adoro, no vi un solo televisor que no estuviese echando fútbol. Mal asunto, pensé. Aquí, llevamos el mismo camino. Aquí, dentro de nada, hasta los telediarios serán solo de fútbol. Ya les queda poco. Como les dé al Madrid y al Barça (un respeto al primero) por pasar a la final de la Copa de Europa, no solo se apoderarán de los telediarios, sino que lo harán hasta de la misa dominical y matutina. Al tiempo.     ¿Que se nota que no me gusta el fútbol? ¿Quién ha dicho eso? Que levante la mano. Si no me gustase, no entendería del particular, y fíjate si entiendo, que, siendo como soy doctrino del Real Madrid, puedo afirmar y afirmo que Xavi e Iniesta son la mejor pare...

Descartes, San Pablo y la refinería

   Hay gente que lo tiene todo claro. Usted conoce a más de uno. Son esos individuos que no conocen la duda, que es una forma de acercarse a la verdad, que para eso hubo un señor listísimo que la elevó (la duda) a categoría de método, de método de pensamiento, Descartes se llamaba; uno de los filósofos al que le tengo ley, pues que, además de filósofo, fue un extraordinario matemático, que los otros, los filósofos-filósofos para la único que sirven es para amargarte el bachillerato; menos mal que ya están todos muertos, que no lo digo yo, que lo dice Stephen Hawking, el genio al que le cabe el universo (¿multiverso?) en la desfallecida y repeinada cabeza: “la filosofía ha muerto”.     Bueno, en fin, que me estoy enrollando, que a ver qué coños tendrá que ver la duda con la refinería. Pues sí: tiene que ver. Y mucho. Si yo hubiera tenido claro lo de la refinería, hoy estaría muy disgustado, pero como siempre dudé de ella, ni me he inmutado cuando he sabido e...