Cada vez que salen a relucir las fascinaciones, me viene a las mientes una rotunda frase de “Crónica de una muerte anunciaba”: a cierto personaje, “le fascinaban los fastos de la iglesia”. A uno también le fascinan los fastos eclesiásticos, pero tiene además otras dulces fascinaciones, a caballo entre la memoria, ese prodigio de la evolución, y lo real (“lo tan real, hoy lunes”, que dijera Aleixandre). A uno le fascina, sí, tocar con los propios ojos las cosas que aprendiera en el bachillerato. Se pueden imaginar lo que supuso darme de bruces con la iconografía de aquellos libros: viaje a Grecia, viaje a Egipto, etc. Bien. Fue el caso que, no ha muchas semanas, viajando por el norte de Italia, veo en un cartel: lago Como. De repente, me vienen a las mientes los tres: Mayor, Como y Garda, que así venían en el libro. Yo no me voy de aquí sin acercarme. De camino al lugar, en tren, me encanta viajar en tren, se me cierra otro de los círcul...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa