Escribo en la noche más significativa del anchuroso orbe cristiano: Nochebuena. Escribo en la habitación de un hospital, acompañando que estoy a un familiar. Los sanitarios van y vienen como si tal, afanados en sus muchos quehaceres. Si no fuese por unos adornos que han colgado del techo y unas cosas navideñas que algunas señoritas lucen sobre el pelo, no habría manera de distinguir esta noche de otra noche cualquiera. Dijo García Márquez que el periodismo es el oficio más bonito del mundo. Vamos anda. Se lo vamos a perdonar por ser quien es: el mago de la prosa mágica (sólo por leerlo a él, sería razón suficiente para que el español fuera obligatorio en todas las latitudes del globo, ¡Cataluña incluida!). A ningún otro le hubiese consentido yo semejante despropósito. Así que dejémoslo estar: todo el mundo tiene derecho a equivocarse, que hasta Einstein, el más listo de la clase, también la metió hasta el corvejón: 'detuvo' de un frenazo la expansión del universo que habían pre...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa