Ir al contenido principal

NOCHEBUENA EN UN HOSPITAL

Escribo en la noche más significativa del anchuroso orbe cristiano: Nochebuena. Escribo en la habitación de un hospital, acompañando que estoy a un familiar. Los sanitarios van y vienen como si tal, afanados en sus muchos quehaceres. Si no fuese por unos adornos que han colgado del techo y unas cosas navideñas que algunas señoritas lucen sobre el pelo, no habría manera de distinguir esta noche de otra noche cualquiera. Dijo García Márquez que el periodismo es el oficio más bonito del mundo. Vamos anda. Se lo vamos a perdonar por ser quien es: el mago de la prosa mágica (sólo por leerlo a él, sería razón suficiente para que el español fuera obligatorio en todas las latitudes del globo, ¡Cataluña incluida!). A ningún otro le hubiese consentido yo semejante despropósito. Así que dejémoslo estar: todo el mundo tiene derecho a equivocarse, que hasta Einstein, el más listo de la clase, también la metió hasta el corvejón: 'detuvo' de un frenazo la expansión del universo que habían predicho sus propias ecuaciones: "El error más grande de mi vida", diría el resto de sus días. El asunto está muy claro, sí, desde tiempos de los griegos, que, aunque lucían peinados muy raros, no tenían ni un pelo de tontos: el oficio más hermoso del mundo es el de médico. ¿Alguien lo duda? ¿Elevaron acaso los griegos a algún periodista a la categoría de dios? Calla, mujer. Ni a un periodista, ni a un escultor, ni a un arquitecto, ni a un filósofo, ni a un escritor. Hicieron dios a un médico: Asclepio (el Esculapio de los romanos), el padre de Higea y Panacea, sus enfermeras, cuya casa-sanatorio tuve la suerte de visitar aquella vez. Dicho lo cual, aquí viene lo mío. ¿Puede haber algo en este mundo más impresionante para un médico (enfermera, auxiliar...) que pasar la noche de Nochebuena al cuidado de los enfermos? Estar en casita cenando con la familia, dirá alguien. Eso no se lo cree usted ni 'jarto' de cava extremeño. Eso puede servir para el común de los mortales, pero no para un médico, tanto si es cristiano como si no lo es (con más mérito en el segundo de los casos). Envidia siento de todas estas criaturas, ángeles verdaderos, que sin haber sido requeridos, de vez en cuando se presentan diligentes a cerciorarse del estado de los enfermos, a limpiarlos, a asearlos. Sucede que hay cosas que no se 'entienden' si uno no las vive. Yo nunca podré 'entender' lo que es tener un hermano mayor, o una hermana. Del mismo modo que, hasta hoy, no había 'entendido' lo que es pasar la Nochebuena en un hospital. Es muy cierto que alguna vez me había parado a reflexionar sobre el particular, pero compruebo que era imprescindible la vivencia para 'entenderlo' en su verdadera dimensión. En resumidas cuentas, que yo de mayor quiero ser médico, mayormente para trabajar todas las Nochebuenas del siglo.

Entradas populares de este blog

MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...

Dos soles y cuatro lunas

  Pasado mañana, a las doce en punto de la noche, despediremos un año, y un instante después, estrenaremos uno nuevo. Y la Tierra, que es la madre del cordero, sin enterarse de la misa la media. ¿Por qué digo esto? Hombre, está muy claro. ¿Qué es un año? Un año, lo saben muy bien los niños, es el tiempo que pasa entre los regalos de un cumple y los del cumple siguiente. Aniversarios infantiles aparte, un año, como es sabido, es una medida astronómica: el tiempo que la Tierra tarda en completar una vuelta alrededor del Sol, a la módica velocidad de 108.000 km por hora, con lo que dónde coños estaremos cuando acabe de escribir esta columna. (Si a eso le añadimos que el Sol se está moviendo a una velocidad infernal, en derredor del centro de la galaxia, la Vía Láctea, y que nuestra galaxia se aleja como un rayo de las galaxias vecinas, ya tenemos el lío montado. Ah, se me olvidaba decir que la Tierra también gira sobre sí misma. Con todo ese jaleo de movimientos, no me extraña nad...

DE LOS ALERTEROS Y LOS POLÍTICOS

Se han pasado el verano acojonando al personal con alertas por la caló (les gusta más una alerta roja que a un tonto una tiza), y para una vez que han podido lucirse, la DANA valenciana, ha pasado como en el cuento del lobo. Me refiero a los saltimbanquis/as que han convertido una ciencia, la meteorología, en un espectáculo circense, que lo único que les falta es comenzar sus intervenciones como aquellos genios que hubo: “¿Cómo están ustedeeees?” Tendrían que aprender del profesor Jorge Olcina (COPE) y de José Miguel Viñas (Rne), o de Mario Picazo, físicos todos, unos señores que tratan la meteorología con un rigor y una seriedad que da gusto, no como esa pandilla de histriones/as, ya digo, que parece que fueran ellos los hacedores del clima. Así les ha lucido el pelo con la “DANA más catastrófica del siglo”, que es como titulan ‘los otros’ a todas horas, tal que si estuviéramos ya en el 2099. Dice José Antonio Maldonado, físico también, que no entiende por qué se tard...