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Mostrando entradas de junio, 2022

LEGISLACIÓN Y ATENCIÓN (SANITARIA)

Hace tres años justamente fui intervenido quirúrgicamente. En un hospital de Madrid. ¿Que por qué en Madrid? Porque aún faltaba un trienio para que llegase a Extremadura el robot Da Vinci, una de esas maravillas que, a la cirugía, ha aportado la tecnología (Ortega nunca escribiera dicha palabra: la técnica, decía). La cosa fue de maravillas: dos noches y para casa. Mas hete aquí que, a los pocos días, tuve una complicación que me obligó a volver al hospital: “Te vas sin que sepamos la causa de lo tuyo”, me dirían mis abnegados colegas. Desde entonces, no he parado de darle vueltas al asunto: que si un escape de orina, que si un esfuerzo indebido, que si una sonda mal colocada, etc. Hasta que hace un tiempo tuve como una especie de iluminación. Fue después de hablar con una enfermera que se encuentra enfrascada en la preparación de una cercana oposición, y muy cabreada con cierta parte del temario: “He tenido que buscarme una academia en Badajoz, porque no puedo con los temas de...

LAS EDADES DE PLASENCIA

Que Plasencia es una ciudad preciosa, es algo que salta a la vista: no se equivocó el que la bautizó como “la perla del Jerte”. Plasencia sería hoy una radiante capital de provincia, si Javier de Burgos, aquel señor que ‘dibujó’ el mapa de España, hubiera tenido la feliz idea de cear una provincia placentina. Bueno, a lo que vamos. Que el otro día, el Colegio de Médicos de Cáceres nos llevó a visitar “Las edades del hombre”, formidable exposición de arte religioso que, como saben, este año tiene su sede en ambas catedrales placentinas, que por algo Plasencia, cual Salamanca del sur, tiene también dos catedrales paredañas. No es la primera vez que dicha exposición sale de su territorio de nacencia, Castilla-León, comunidad que atesora la mitad del inmenso patrimonio religioso patrio: Madrid (La Almudena), Amberes y Nueva York ya tuvieron el privilegio de ser sus anfitrionas. Por eso no me explico a cuento de qué el consejero de Cultura de la comunidad castellano-leonesa, señor Sa...

ENSEÑAR AL QUE NO SABE

Aunque la ley ésa de la violencia de género poco menos que me convierte en delincuente por el sólo hecho de haber nacido hombre, no sólo no me doy por aludido, doña Irene, sino que voy a intentar ayudarla, que yo comprendo que no es posible estar en todo. En primer lugar, quiero decirle que mi concepto de la mujer no puede ser más elevado. No sé si sería por ‘desconocimiento’ al no haber tenido una hermana, lo cierto y verdad es que, desde chico, siempre me acerqué a las niñas con un respeto reverencial. Si a eso le añadimos que me crié con el desmesurado cariño de dos mujeres, mi madre y mi abuela Juliana, además del de mi padre, claro, creo que está casi todo dicho. Por cierto, se acaba de publicar un libro en el que se afirman dos cosas maravillosas: que los niños cuidados también por las abuelas son más felices y mejores personas, y que las abuelas que cuidan a sus nietos viven más años (pendiente queda la demostración con marcadores biológicos: serotonina, dopamina y oxitocina)....

¿OTAN NO, BASES FUERA?

“Lo que más castiga Dios es la lengua”, decía mi madre ‘a ca noná’ (traducción: a cada nonada). Y qué razón tenía. En efecto, qué dirán hoy los supervivientes de aquellas manifestaciones, OTAN NO, BASES FUERA, ante la perentoria petición de ingreso en la referida alianza de dos democracias sin mácula, Finlandia y Suecia, atemorizadas ante las maneras que se gasta el canalla vecino de zumosol: que se lo pregunten a los ucranianos. Y yo, pobre mortal, sin ser capaz de sentir en mi pecho juvenil aversión alguna hacia dicha organización -y mira que hacía esfuerzos-, más que nada por la calidad democrática de sus integrantes: los países más civilizados del mundo, ¿o no? Y eso a pesar de que entre los manifestantes de las primeras filas se encontraba siempre mi admirado Umbral, que, aunque llegase a confesar su fascinación por los intelectuales de la falange (“todos personas entrañables”, escribiría), se hizo comunista porque intuyó muy pronto lo que años más tarde diría el gran Trapiell...