Mi compadre, un Rodríguez de la Fuente desubicado (banquero toda su vida, vaya puntería), sigue manteniendo tal pasión por el mundo animal en general y de las aves en particular, que no pierde ocasión de prestarles su atención, por raro que sea el lugar donde estuviere. Como un Jorge Guillén de la avifauna: “Cima de la delicia. Todo en el aire es pájaro”. Es tal su capacidad para el asunto, que ve cosas que no ve nadie más. El otro día, en pleno centro de Madrid, vio cómo un halcón peregrino se lanzaba a velocidad supersónica desde un rascacielos en pos de una paloma distraída. Por lo visto, las aves han tomado posesión de las más altas terrazas. Lo de mi compadre y el halcón peregrino se me ha venido a las mientes en cuanto me he topado en este periódico con una noticia recurrente: la demolición o no demolición del complejo Isla de Valdecañas, en relación esta vez con la recusación de uno de los magistrados del Tribunal Constitucional, que ya manifestase en su día su intencionalid...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa