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Mostrando entradas de octubre, 2023

LA LLAMADA DE DOÑA YOLANDA

El otro día me llamaron del Ministerio de Trabajo: “Que quiere hablar con usted la señora ministra”. “Dígame, doña Yolanda”. Luego de media hora al teléfono, lo único que fui capaz de entender, no sé cómo lo hará Pedro Sánchez, tendrá algún intérprete, les decía que al final sólo me enteré de que me llamaba para darme las gracias por el artículo que en tiempo de pandemia publiqué en estas páginas. En el mismo, yo abogaba por la reducción de la jornada laboral: “Reinventarse” (consulten hemeroteca). Por lo visto, según me dijo un colaborador de la señora vicepresidenta, el artículo había sido esgrimido de rabo a cabo, perdón por lo del rabo, para conseguir las treinta y siete horas y media semanales. Al parecer, una de las cosas que más le había gustado a doña Yolanda, aparte de las referencias a la revolución industrial con sus reducciones horarias y todo eso, fue lo que dije de Julio Cortázar: que cuando llegó a París, buscaba trabajos de dos o tres horas, o sea, un curro (no conozc...

PRINCESA DE ASTURIAS

“Harto ya de estar harto” de las sangrientas locuras que se vienen cometiendo recién en Tierra Santa, cualquiera lo diría hoy, así como de la infecta caterva de analfabetos (Juan Eslava me asista) que están llevando a España “al borde del precipicio”, he decidido poner tierra ‘non sancta’ de por medio. Ahí voy. “Prefiero la peripecia vital de un hombre a toda una filosofía”, dijo Umbral. Yo también, mire usted. Ésa es la razón por la que mi único acercamiento a la materia haya sido a través de la biografía de dos filósofos, Julián Marías y Salvador Pániker. Pues bien, da la casualidad de que ambos estudiaron los dos bachilleratos de antaño: el de ciencias y el de letras. Julián Marías iba para químico y el otro, cuando alguien se le ponía chulito, le preguntaba por la conjetura de Poincaré: “para que vuelvas”, le diría. Tal vez por eso los únicos filósofos que me merecen respeto son aquellos que han sido hombres de ciencia: Descartes, Pascal et al. Los demás no me interesan nada, ...

EL ODIO ANTIGUO Y LOS CEPOS DE MI PADRE

De cualquiera se puede aprender algo, un suponer de Víctor Manuel, y no digamos de Ana Belén: “El odio antiguo los abrasa”, dicen en una entrañable canción: “Dos pueden ser la eternidad”. Fue lo primero que se me vino a la cabeza cuando saltó la noticia de la masacre perpetrada por Hamás, y la posterior respuesta bíblica de Israel, arrasadora. La cosa no se puede resumir de mejor manera: un odio antiguo, muy antiguo, los abrasa, un odio que se ha venido renovando en cada muerto. Un odio casi congénito, sí, que a los niños palestinos les llega con la leche materna, continuación del cordón umbilical. Un odio tan antiguo, que uno cree muy anterior a la creación del Estado de Israel, 1948, cuando los mandamases islámicos de la época no aceptaron la creación de un Estado Palestino, ellos sabrán por qué. Un odio, en suma, que se diría proveniente de la noche de los tiempos y de las religiones, alimentadas, ay, de sus violentas deidades, malditas sean por siempre. Ésa es la única manera de...

PROGRESISTA VERSUS INTELECTUAL

Pocos días después de lo de Feijóo, lo de la no-investidura y todo eso, Pedro Sánchez se apareció en carne mortal en un pueblo de Sevilla, y lo primero que hizo fue llamar mentiroso al aspirante gallego: “Está tan acostumbrado a mentir que ya hasta se miente a sí mismo”. La verdad, no tuve la ocasión de escuchar lo que a la mañana siguiente dijera al respecto Luis del Val, el buen periodista que ha inventado para nuestro presidente (en funciones) el sugerente sobrenombre de Pedro I el Mentiroso. Pero mucho temo que como mínimo sacaría a relucir el viejo refrán: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. ¿Mentiroso Pedro Sánchez? No seré yo el que lo diga. Yo creo que lo que padece es una incapacidad congénita para distinguir la verdad de la mentira. Cosas de la genética. Consideren lo anterior como introducción, es decir, como una manera de poner el toro en suerte, exclusivamente, pues que lo que yo pretendo es hacerles partícipe de algo que me venía martilleando la c...