Estaban jugando al fútbol. De pronto se formó la tormenta y al instante comenzó a llover a modo. Los muchachos salieron en estampida; menos uno que se refugió bajo la copa de un árbol, con tan mala fortuna, que el primer rayo lo dejó fulminado. Uno de los que salieron corriendo fue mi amigo Jesús Domínguez. Así considero yo la muerte del niño de Mocejón, dada la discapacidad mental del autor de las cuchilladas. ¿Pena de muerte? Ya serían dos los muertos. Y ahora, dejemos asunto tan horrendo, tan penoso, tan doloroso, y vayamos todos juntos a ajustarles las cuentas a otros discapacitados, intelectuales en este caso. “Amanece, que no es poco” está llena de momentos memorables. Dice uno, la azada al hombro: “Pues no sé, chico; yo no le veo más que ventajas a esto de ser intelectual”. Y contesta el otro, el zacho a cuestas: “Pues entonces conviene que empecemos por el materialismo dialéctico. Por tener una base, ¿sabes?”. Nunca agradeceré lo suficiente a J. L. Cuerda, autor de la pe...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa