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LLANTO POR MORATA

Escribo en plena travesía del puente más festivo del año. No hay lugar en la geografía patria (como me lea un separatista, me la corta: la columna) que no celebre una Virgen, un Santo, una Santa, un algo. Lo lógico sería, por consiguiente, ¡Felipe presidente!, que el tema a tratar estuviese acorde con el inconsciente colectivo: festivo pero menos, como ya habrán percibido. ¿Que por qué ese ‘menos’? Porque España, perdón, Espanya, no sólo no ha igualado las 22 medallas de Barcelona 92, sino mucho peor: ha sido superada por países de menor peso que el nuestro en el concierto mundial de las naciones: Hungría y Uzbekistán sin ir más lejos. No hay que ser especialista en sociología de masas, qué bonito, para darse cuenta de lo que digo. Basta recordar el atronador y tristón silencio que han dejado en el ambiente el millón y medio de comentaristas deportivos que, cual niños con zapatos nuevos, con micrófono nuevo quiero decir, se han encargado de transmitir a voz en grito su inusitado entusiasmo, al público en general y a nuestros competidores olímpicos en particular. Pero mira tú por dónde, cuando, con más voluntad que ganas, nos íbamos recuperando del exiguo 18 (número de medallas conseguidas), de repente, del modo más insospechado, acontece otro hecho de extraordinaria relevancia, pues que, no en vano, así ha sido tratado por todos los medios de comunicación, sin excepción. ¿No se estará usted refiriendo al brutal suceso acaecido en Cataluña, perdón, Catalunya, la supresión de todo vestigio del idioma español en dicha región? Qué va. Mucho más trascendental que eso. Estoy hablando de la separación de Morata y Alice. En el foro, no se habla de otra cosa. Que si era un matrimonio ejemplar; que si tienen cuatro niños preciosos, la más pequeña de 18 meses (nada que ver con las 18 medallas); que si no hay terceras personas incriminadas; que si todo ha venido por el ‘desgaste convivencial’, bonito, bonito, que produce el paso del tiempo. Todo eso. Pero a cuento de qué tanto impacto. Voy a ello. Lo que más ha impresionado al mundo todo, sí, es que Álvaro, que así se llama Morata, haya roto con una mujer de tantísima calidad personal y profesional, además de bella. Es sabido que él es un futbolista de éxito, no sólo con la selección, con la que ha sido campeón: ha jugado, además, en los equipos más prestigiosos de Europa (Real Madrid, la Juve, el Chelsea, Atlético de Madrid, y ahora el Milán). Pero Alice no le va a la zaga. Así es: la muchacha que comenzase siendo una influencer al uso, del estilo de María Pombo o María G. de Jaime, gracias a su talento, se ha dado maña de escaparse hacia las alturas para llegar al top de la pirámide ‘influenziosa’, de modo y manera que ha alcanzado la impresionante categoría de “creadora de contenidos”. Como se lo cuento. No me digan que no es para que Espanya, perdón, la Monarquía Federal Espanyola, esté tristona.

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