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DESJUDIALIZACIÓN: LA SOLUCIÓN

España está judializada, quién la desjudializará, el desjudializador que la desjudialice, buen desjudializador será. Cómo será la cosa, que Pedro Sánchez, asfixiado por los dogales imputacionales que le circundan, para tapar lo anterior (opacar se dice ahora), se ha inventado un ardid, una treta, una artimaña, una cosa: dedicarle el 2025 a Franco. Con un par. Lo cierto y verdad es que España está reventona de casos judiciales ‘gubernativos’: lo de ‘mi prima’ Begoña Gómez, lo de su cuñado David, lo de Aldama, Ábalos, Koldo, lo del Fiscal General, y lo que te rondaré morena. ‘Apagada’ la DANA, salvo de la lesión semanal en el Madrid, no se habla de otra cosa. Mucho me temo que, a pesar de la treta sanchista, el año que viene se va a hablar mucho de Franco, y no todo malo: España está llena de pantanos y de Residencias Sanitarias, que así se llamaban entonces, de tiempos del dictador; ah, y alguna que otra barriada para pobres. ¿Qué van a hacer con aquellas obras? ¿Las van a derruir? No creo. De las becas ‘franquistas’ ni hablo, y mucho menos de las benditas becas-salario; los ‘espíritus puros’ se pondrían hechos unos obeliscos, perdón, basiliscos. ¿Nos van a desposeer del título? A buenas horas. Señores ‘espíritus puros’: no hace falta que nadie me recuerde que Franco estuvo firmando toda su vida penas de muerte sin despeinarse (en plena guerra, don Pedro Sáinz Rodríguez, ministro de educación a la sazón, le dimitió por eso). ¿Qué se podía esperar de un militar que había ganado una guerra civil, en la que toda vesania tuvo su asiento; por cierto, incitada por un tal Largo Caballero? A lo que vamos. Los juzgados están que echan humo, y a los jueces se les salen por las ventanas las imputaciones gubernamentales. Si a eso le añadimos la inevitable “presión mediática” en los casos más relevantes, “apagamos y vamos”, que dijera el bueno de Antic, con su media lengua balcánica. Llegados a estos momentos, he de comunicarles que tengo la solución a tantísima judialización: Biezma versus Alaya. La primera, Beatriz Biedma (persona digna de todo crédito, según me cuentan), a la que le ha tocado el marrón del hermanísimo, el “hijo adoptivo” de la diputación de Badajoz, me ha recordado a la segunda, Mercedes Alaya, mujer que perdió la salud a causa de las insoportables tensiones que hubo de soportar en el caso de los EREs (al día de hoy día se marea cada vez que oye decir “mis seres queridos”, ya me entienden). Pues bien, luego de media vida de trabajo, soportando insultos y maledicencias, el Tribunal Supremo acabó condenando a toda la jarca que se lo habían llevado crudo. ¿Pero qué pasó después? El Constitucional acabó amnistiando a todos los Griñanes, tirando por tierra sus años de labor y la de los quince jueces del Supremo, casi nada. Señora Biedma, señores jueces de Madrid: todos sus imputados serán amnistiados. Y de camino, ustedes resultarán humillados. El que avisa no es traidor.

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