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MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiarse al otro, la inmensa mayoría viene eligiendo el segundo desde la noche de los tiempos, allá por el 1963 . ¿Son tontos todos los funcionarios, acaso? Calla, mujer, calla. Entonces, por qué. Lo hacen por una razón fundamental, a saber: la inmediatez de la asistencia. ¿Es que no cuentan los médicos? Sí, claro. Pero es que los médicos, en su mayoría, son los mismos en ambos sistemas. En fin, que si por la ministra de sanidad hubiese sido, se habría cargado MUFACE de un plumazo. No lo ha hecho porque, afortunadamente, la cosa no está en sus manos, sino en las del ministro de administraciones públicas. No sabe doña Mónica el cabreo, cuando no disgusto, que tienen todos los beneficiarios de dicha mutua por el lío que se ha montado por su culpa. “Cómo crees tú que acabará esto, Agapito”. “Al final acabarán llegando a un acuerdo. El gobierno no puede permitirse el lujo de perder un millón de votos como mínimo”. “¡Yo no vuelvo a votarlos!”, me contestó el votante socialista de toda la vida. He dicho antes que la ministra no sólo no tiene ni idea sobre el particular, y me reitero, sino que no conoce nada, absolutamente nada, de las enormes repercusiones que habría provocado la supresión de MUFACE, manu militari. No es sólo la plétora que supondría introducir de golpe en el sistema nacional a más de dos millones de personas (titulares y familiares a su cargo), sino que, escuchen y vean un ejemplo: “La que se montaría en cualquier colegio cuando a más de un maestro/profesor les diera por acudir a la consulta de la seguridad social la misma mañana”. Y me contestó la maestra: “Llevo treinta años ejerciendo y siempre he ido a las consultas por la tarde para no faltar a clase”. En resumen: todos los mandamientos de MUFACE se encierran en uno: No conozco a ningún político, de derechas, de izquierdas o de centro, que siendo de MUFACE, haya decidido pasarse a la seguridad social. ¿Por qué será, señora ministra?

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