Antes de empezar a hablar, quisiera dirigirles unas palabras (Brice Echenique, ese pillín): qué pena me dio el otro día ver al mejor jugador del mundo, Iniesta, por supuesto, haciendo el ridículo ante las cámaras, diciendo obviedades y simplezas como un tontito cualquiera; él, que con el balón en los pies es un artista genial. Y todo porque los periodistas se empeñan en que diga algo. Que no hable, por favor. ¿Se imaginan a José Tomás destrozando el mito que tanta sangre le ha costado, hablando al modo de Iniesta? No hables nunca, maestro. He ahí el toro, puesto en suerte: fútbol y toros, o viceversa. Impresionante la puesta en escena del Barça-Madrid, perdón, del clásico del otro día, que comienza propiamente con la solemne salida al campo de los jugadores, un niño de la mano cada uno, que ahí es donde quiero yo incidir. Sí, ya sé que los niños llevan todos una carita de susto que se ve a la legua, pero no me negarán ustedes la ilusión que ...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa