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Mostrando entradas de enero, 2013

Roko

    En esto que me dispongo a escribir sin haberme decidido aún por uno de estos dos asuntos tan similares: la declaración de soberanía del parlamento catalán (se veía venir hace un siglo), sin necesidad de matar a mil personas como los otros cerriles, que en eso se nota la falta de romanización, o sobre la infantilísima dedicatoria de Piqué a su niño, pulgar enguantado en la boca, la otra noche. Pero el hombre propone y la música dispone. Ha comenzado a sonar la voz medio rota, tan bellísima, de Adele, ‘Someone like you’, y al instante lo he tenido claro: Roko. España es un país lleno de talento, dijera no ha mucho un señor al que le sobra talento para hablar del talento ajeno, Valentín Fuster, el célebre cardiólogo e investigador; ya saben, lo de Jenófanes: para descubrir a un sabio hay que ser previamente sabio. No creo que el doctor Fuster estuviera pensando en la joven cantante-actriz española cuando lo dijo, pero para eso estoy yo aquí.    Adele es,...

Los Bárcenas y los perros

  “El rinencéfalo, área de la olfacción, función tan extraordinaria en otras especies, como el perro, en los humanos ha devenido en gran parte en órgano de la afectividad” (sic), nos dijera el profesor de anatomía, el gran don Luis Santos, por cierto, padre de un profesor de letras de la Uex, del que me dicen que es un genio, biznieto a su vez de Unamuno, para más señas. El rinencéfalo, en fin, el del perro, capaz de descubrir drogas en los lugares más recónditos del más hermético equipaje.   Esa es la única solución, sí, para descubrir a los políticos que se corrompen por el dinero. No hay otra. Lo que yo te diga a ti. Crear un órgano en cada partido que se encargue de la lucha contra la corrupción, ha dicho doña Esperanza. Ni eso siquiera serviría, que   siempre habría a mano una ferretería como la del suegro de Rafael Vera, que pasó de vender cuatro tornillos a tener unas facturaciones ‘trastoféricas’, que diría el gran Chiquito. O un cuñado al que empiezan a pr...

Un médico y un escritor

Agapito Gómez Villa Mañana de ayer sábado, escuchando la radio, camino de Badajoz, programa de Pepa Fernández, esa chica listísima (lo dice también el sabio José Antonio Marina en uno de sus libros), cuyo éxito, ya añoso, radica en haberse rodeado siempre de los más inteligentes colaboradores (o genios proclamados como Forges), a algunos de los cuales los recogió directamente de las mazmorras del ostracismo: Íñigo y José Ramón Pardo. “Ahora viene el consultorio del doctor Kovacs y luego hablaremos con Javier Cercas”. Un médico y un escritor. Casi nada. El doctor Kovacs es aquel muchacho del calva brillante que un día nos presentara el mentado Íñigo, en la tele de aquellos antaños, y cuyos méritos eran haber acabado la carrera de medicina a los diecinueve años y hablar no sé cuántos idiomas. Ya hay que ser listo. Hoy, un siglo después, es el hombre que más sabe en el mundo sobre los dolores de espalda, que tanto sufrimiento provocan. Preside la fundación q...

El rey y los profetas

    “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas; no he venido a abolirla, sino a consumarla”. Eso, justamente, me vino antier noche a la memoria, tiempos del bachillerato, viendo la entrevista (faenita de aliño, más bien) que Jesús Hermida le hizo al rey, que ya se puede escribir con minúscula, según las últimas reglas de la Academia. Jesús (ahora no hablo de Hermida) le dice a los discípulos, con la vista puesta en otros oídos, que no tiene pensado abolir la Ley Antigua, la del Viejo Testamento, esa historia repleta de violencias, de incestos, de brutales castigos, de alevosas venganzas, empezando por el propio Yavé, al que nunca le tembló el pulso a la hora de cargarse al personal desobediente o díscolo. Pero mira por dónde, lo suyo, lo de Jesús, no tiene nada que ver con lo anterior, nada, absolutamente nada. En cuanto acaba la alocución a sus epígonos, le da la vuelta a la Ley como a un calcetín. Valga un ejemplo: El ‘ojo por ojo’, uno de los ejes basales ...