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Mostrando entradas de junio, 2013

Julio Iglesias en Mérida

     No ha muchas horas, Julio Iglesias acaba de ‘oficiar’, inicio de su nueva gira mundial, en el teatro romano de Mérida, mítico/mágico lugar que siempre está a la altura de las circunstancias, o sea, muy por encima de las mismas, por muy grande que sea la estatura artística del oficiante, que no hay dios que no se sienta sobrecogido ante sus piedras: el miedo escénico del Bernabéu, que dijera Valdano, es como un partidillo en un patio de colegio al lado del que irradia el imponente recinto emeritense, por muy Margarita Xirgu que sea una, por muy Nuria Espert que una sea (léase Alberti).      Dicho lo cual, anteayer, en cuanto vi, portada de HOY, la foto de Julio en actitud orante/sonriente, tan propia de él, se me vinieron de súbito a las mientes dos momentos del cantante relacionados con Extremadura, glosadas que fueran en estas páginas por este particular. El primero, aquella vez, septiembre 1987, que, en busca de prestigio, acudió a mi pue...

El loby gay

       Antes de continuar, me gustaría aclarar, para los no iniciados, que loby no es lobo en inglés, con lo que alguno podría pensar, al leer el título, en un lobo homosexual, que seguro que más de uno andará por esas montañas, que la naturaleza da para eso y mucho más, mismamente el toro de lidia, que según un ganadero salmantino de reses bravas, veterinario a la sazón, el torazo de quinientos kilos, de turmas envidiables, utilizadas como viagra durante siglos, es más gay que un palomo cojo. Yo, claro está, me refiero a otro loby, el que ha sacado a relucir el papa Francisco: “Hay un loby gay en el Vaticano”.   A mí, la verdad, la noticia me sorprendió y no me sorprendió. ¿Que cómo es eso posible Lo aclaro: no me sorprendió la existencia del loby. Me sorprendió, y mucho, que el papa de Roma lo haya reconocido públicamente. Peliagudo asunto, vive Dios, de peligrosa lidia. Años le costó a la psiquiatría americana, el DSM de entonces (venga, a busc...

A Muñoz Molina

      Querido y admirado Antonio: te doy la enhorabuena y te pido perdón. Las dos cosas por lo mismo: la concesión del Príncipe de Asturias. El perdón es porque por mi culpa muy posiblemente ya no te concedan el Nobel, que expresamente pedí para ti en estas páginas hace escasos meses: “Como no me gusta que nadie me eche la pata, quiero ser el primero en pedir el Nobel para Muñoz Molina”. Seguro que los del Príncipe de Asturias, al leer lo mío, se habrán dicho: vamos a dárselo este año a Antonio, antes de que se nos adelanten los suecos. Luego, ya se sabe lo que pasa: que es muy difícil hacer el doblete, que dicen los del deporte, aunque excepciones la hay (Cela, Vargas Llosa y alguno más), y yo espero y deseo que tú seas una de ellas, que méritos no te faltan, o sea, te sobran. Contigo me está pasando como con Cela, que después de leerte, los demás me parecen unos simples aficionados, y yo ya no estoy para leer a aficionados. Ahora mismo, guiado por mi afán po...

El médico como escribiente

  Dec í amos ayer que, de no haber sido retrasada la edad geri á trica, la labor del m é dico de cabecera hubiera quedado reducida a extender los partes de baja y a recetar pa ñ ales y medias; bueno, y a rellenar informes de todos los colores: "que se me ha olvidado pasar lista en el paro y no me pagan el mes, si no dice usted que yo estaba enfermo tal d í a"; y como esa, cien. Parece un poco exagerado, pero no le anda lejos: el m é dico de cabecera es considerado, a todos los efectos, el escribiente de la sanidad: "eso, que se lo haga el m é dico de cabecera", se permite decir cualquiera, insisto, cualquiera.   Convaleciente mi hija en el Infanta, me dirig í a un despacho en busca del preceptivo parte de baja, y hete aqu í que un oficinista, zafio, encima, me espeta con zafiedad que para eso deb í a de acudir al m é dico de cabecera, que é l s ó lo me daba un papel como que hab í a sido operada. Treinta y tantos a ñ os de m é dico y es la primera vez qu...