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Mostrando entradas de octubre, 2013

Manolo Escobar

  Tres Manolos tiene Espa ñ a, que nadie puede tener, Manolo Escobar es, se ñ ores, Santana y el Cordob é s", cantaban "Los dos Espa ñ oles", all á por las profundidades del siglo pasado, en aquellos entra ñ ables 'arradios' del parte y de los discos dedicados, cuando muchos   millones de espa ñ oles viv í amos en crisis sin saberlo. Ya s ó lo nos quedan dos. Uno de ellos, el m á s aventajado de la terna, el que ha conseguido pasar de un siglo a otro sin despeinarse, se nos acaba de ir; vamos, que se acaba de morir. Cuando yo era un chavalillo, que apenas sab í a fumar, ya te quer í a serrana con un cari ñ o formal.           La banda sonora de nuestra vida le han llamado los de la tele a la m ú sica de Manolo Escobar. No s é si la de ustedes, pero al menos la m í a s í . Cruzaba por los cercaos de noche y con afici ó n, yo quer í a ser torero y darte mi coraz ó n. Mayormente en esa etapa que va de la infancia a la adolescencia. C...

El parche en el ojo

  “La del pirata cojo, con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo”, canta mi admirado Joaquinito, que el otro día se llevó un buen susto, en una de sus más célebres creaciones músico-literarias (no cejaré hasta conseguir que le concedan el Príncipe de Asturias, sólo o con Serrat incluido). ¿Vetaría hoy Barcelona una foto del pirata cojo? Casi con toda seguridad. ¿Por la pata de palo? No, por el parche en el ojo. Eso es lo que acaba de hacer la Ciudad Condal con la espectacular foto de Juan José Padilla, destinada a publicitar por todas las farolas una exposición de la World Press Photo, imagen que fuera premiada, para más inri, el año pasado por dicha entidad periodística. En la misma, aparece el torero con gesto severo, calzándose la montera y luciendo parche negro en el ojo que no tiene: lo perdió en violentísimo percance taurino. Como protesta por la medida, no servirá para nada, un nutrido grupo de “intelectuales y artistas” se han retratado de la misma guisa....

Verdi y Extremadura

   Hoy quería yo hablarles de Verdi, que por un pelín no nació el mismo día que mi nieto mayor, doscientos años atrás, claro. Pero como canta el tango, doscientos años no son nada. ¿A ver quién es el guapo que me dice a mí que la música de Verdi no parece recién compuesta? Bueno, el caso es que el otro día, el 10, se cumplieron los dos siglos del nacimiento de uno de los genios más portentosos que ha generado la especie, la nuestra. Verdi, sí, será uno de los dos grandes genios que me acompañarán (uno no se codea con cualquiera) en la hora del regreso al ‘maternicio’ polvo estelar del que procedemos, yo al menos: el otro es Beethoven, tercer movimiento de su novena. Ya dije hace un siglo que cuando me llegue la hora, una de las secuencias que pasará a toda mecha por mi cabeza será el coro de esclavos de Nabucco, aquella vez que tuve la inmensa fortuna de ‘vivirlo’ en la envolvente penumbra del teatro de la ópera de Varsovia.   Y hablando de genios, ahí va otro par:...

Desde Shanghay con amor

    Cuando vi aparecer al señor Monago, flanqueado de chinos (no sabía yo que el señor Bono era de por aquí) abriendo un telediario en la televisión china, no sólo se me cayó el escaso montoncito de comida que con tanto denuedo había conseguido reunir en la punta de los palillos, eso sí, con ayuda de los dedos (a ver, no había ni un cachito de pan con que ayudarme), sino que se me cayeron los palillos también. Lo de la boca abierta por la sorpresa se da por supuesto.    Resulta que me hijo, por imperativo profesional, viaja de vez en cuando a lugares remotos, bueno, remotos eran antes, que ahora parece que el mundo se nos ha quedado pequeño. Esta vez le tocaba Shanghay. Ustedes ya saben que a mí me gusta viajar más que a un tonto un charco, y como me quedasen unos días de asueto, me dije, al modo sabiniano, cuando se encontró a su mujer, “se llamaba digamos que Maruja”, con un señor en la cama: “¡ésta es la mía!” (es que el pobre nunca había estado en una o...