Como dicen en el cine, las historias que a continuación se relatan están basadas en hechos reales. Cuando vi la matrícula de honor en geografía, sentí una vergüenza enorme. Era una calificación absolutamente injusta. ¿Que por qué? Porque, en el examen final, el profesor nos pilló a toda la clase con las manos en la masa: llevábamos hechos de casa los mapas, con sus ríos, sus montañas, sus fronteras y todo aquello, dispuestos para darles el cambiazo. Presa, ya digo, de una vergüenza insoportable, comoquiera que no podía renunciar a la matrícula, decidí hacer algo para merecerla. Dicho y hecho: durante semanas, me dediqué a estudiar la asignatura mancillada, lo menos ocho horas diarias. Hasta que consideré que ya merecía tan alto premio. Como se lo cuento. Es que "España y yo somos así, señora", que dijera el clásico. De aquello me quedaría un conocimiento de la geografía universal, que ha llegado hasta nuestros días. No se imaginan la ilusión que me hace encontrarme...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa