El otro día fallecía el gran Saza, a los 89, o sea, prematuramente, que hoy el que no llega a los 90 no es nadie, que por algo somos el segundo país del mundo en esperanza de vida, lo digo para los profesionales del catastrofismo. Minutos después de enterarme de su muerte, oh casualidad de casualidades, salta la liebre. El primer paciente de esa mañana va y me dice: “Estuvo hospedado en la misma pensión que yo, la pensión Carretero, en la plaza mayor, un verano (años cincuenta) que tuve que quedarme aquí, en Cáceres, preparando unos suspensos. Me acuerdo que eran tres: uno de ellos actúa con él en una película que dice algo del cielo. Los llamaban los cómicos”. “Espérame en el cielo”, añado yo. Un genio en una modesta pensión. Nada de hotelito ni otros excesos. O sea que no andábamos muy lejos de “El viaje a ninguna parte”, esa obra cumbre: no he sido capaz de averiguar a santo de qué, Carlos Lemos, premiado que fuera con todos los premios nacionales, tu...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa