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Mostrando entradas de octubre, 2015

Televisión pública

   Los hay que no idean nada bueno. Verbigracia: que la televisión pública debiera desaparecer, y la radio, ídem de ídem. Argumentan para ello que no existen periódicos de titularidad pública, horror. Pues lo mismo para lo otro. Perdónalos señor, porque no saben lo que dicen. Quién se preocuparía entonces por ciertas personas, cuyas biografías son limpios espejos para esta sociedad huérfana de líderes donde mirarse.    Por ejemplo, Humberto Janeiro padre, el gran prócer de los Janeiro, acaba de ser intervenido de la cadera. Pues bien, ¿qué medio de comunicación nos ha tenido permanentemente informados de su evolución clínica? TVE. De no haber sido por la televisión pública, pagada por todos los españoles, Janeiros incluidos, la relevante efeméride quirúrgica habría pasado tristemente inadvertida o, en cualquier caso, con tratamiento informativo inadecuado, interesado, tergiversado, es decir, todo lo contrario del riguroso y merecido trato que TVE le ha dado. ...

Willy Toledo: el proceso

  Este país nuestro es inmisericorde con sus hijos, la verdad sea dicha. Ahí tienen ustedes, sin ir más lejos, el reciente caso de Willy Toledo, ciudadano español como usted y como yo. Va el hombre y, pantalones bajados, se lo hace en la virgen del Pilar, en el descubrimiento y conquista de América, en el día de la Hispanidad, en la monarquía y sus monarcas, y por ahí seguido, que lo ha puesto todo perdido, y lo único que ha merecido, el pobre, es la reprobación de un obispo y una carta de un guardia civil jubilado y extremeño, ajustándole las cuentas. Con lo que él hubiera dado por salir en los medios de comunicación, entre dos policías, esposas brillando en alto, dedos 2º y 3º en uve. Pues nada, ni por ésas. ¿Que qué habría conseguido? Está claro: tener al fin un argumento con el que revolverse cuando le recuerdan que en los países cuyos regímenes defiende, Cuba y por ahí, la gente es encarcelada por delitos de opinión y hasta de pensamiento: “Yo mismo fui detenido y torturado p...

Ortega, Lisboa y los futbolistas

       Diecinueve años tenía yo cuando leí por primera vez a Ortega, “El espectador”, uno de los cien títulos de aquella ‘biblioteca’ que sacó RTV, bajo los auspicios/permisos de un tal Fraga, ministro de algo, como siempre. Muerta de risa que estaba en casa de mi amigo Dámaso, me embaulé la colección entera (en casa de Landero había un solo libro; en la mía, ninguno). No me enteré de casi nada, claro, pero de entonces me quedó en el paladar de las lecturas una sensación muy agradable: era como si la prosa del filósofo hubiese sido bruñida con netol. Así era de brillante. Algo parecido a lo que pasa con la poesía moderna: suena muy bien, pero no te enteras de nada. Pues bien, entre aquello y el “Yo soy yo y mis circunstancias”, más la idolatría que le profesase Julián Marías, mi filósofo de cabecera, uno tuvo siempre a Ortega como el inmaculado paradigma de los pensadores patrios. ‘Hasta que llegó su hora’, quiero decir hasta que me topé con su biografía desme...

Del camino de Santiago

El otro día, en Pontevedra, bella ciudad, me retraté junto a Valle-Inclán ("la prosa más bella escrita en castellano hasta que llegó Umbral": Lázaro Carreter a sus alumnos) y ayer lo hice, en Padrón, a la vera del otro gran genio gallego, quién va a ser, el gran Camilo, Camilo José CelaTrulock, que así reza en la lápida granítica del cementerio de Santa María la Mayor, Iria Flavia. Lo de los retratos lo hago por ver si se me pega algo. Por aquí andamos, haciendo un cacho del Camino de Santiago, atravesando bosques de resonancias prebíblicas: de "helechos arborescentes" (no se me disgusten, que a ese respecto, Extremadura no tiene nada que envidiar a nadie). Y hablando de bosques: "simplemente contemplando una montaña o un bosque... y sienta un escalofrío, un escalofrío exactamente como el que yo siento", dice Arsuaga, lujo español de la paleontología, codirector de Atapuerca: "El collar del neandertal". Montañas, lo que se dice montañas, por ...