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Televisión pública


   Los hay que no idean nada bueno. Verbigracia: que la televisión pública debiera desaparecer, y la radio, ídem de ídem. Argumentan para ello que no existen periódicos de titularidad pública, horror. Pues lo mismo para lo otro. Perdónalos señor, porque no saben lo que dicen. Quién se preocuparía entonces por ciertas personas, cuyas biografías son limpios espejos para esta sociedad huérfana de líderes donde mirarse.

   Por ejemplo, Humberto Janeiro padre, el gran prócer de los Janeiro, acaba de ser intervenido de la cadera. Pues bien, ¿qué medio de comunicación nos ha tenido permanentemente informados de su evolución clínica? TVE. De no haber sido por la televisión pública, pagada por todos los españoles, Janeiros incluidos, la relevante efeméride quirúrgica habría pasado tristemente inadvertida o, en cualquier caso, con tratamiento informativo inadecuado, interesado, tergiversado, es decir, todo lo contrario del riguroso y merecido trato que TVE le ha dado.

   Tres cuartos de lo mismo para los integrantes del clan Pantoja, la gran Isabel, o sea. TVE no sólo nos tiene cotidianamente al tanto, sí, de los más mínimos detalles de la peripecia vital penitenciaria de la célebre cantaora (a buena hora iba yo a consentir que me llamaran tonadillera), entradas, salidas, permisos, enfermedades y todo eso, sino que no se olvida ni un momento de sus vástagos: Paquirrín y Chabelita. ¿Acaso nos habríamos enterado del viaje a Fránfort del eximio Quico Rivera? (Ojo, he dicho eximio). Lo dudo. Quico Rivera es una figura nacional que merece un trato informativo digno de su relevancia personal/profesional, que sólo puede darle la televisión pública. Y qué me dicen de Chabelita. Es tanto lo que esta joven significa para España, que todo el tiempo que la tele -pública, por supuesto-, le dedique, es poco, poquísimo. Por ella, por TVE, nos hemos enterado de su reciente y desgarradora confesión: que no quiere saber nada de su madre biológica.

   He dicho el clan de la Pantoja. Pues bien, aunque ya no sean novios, gracias a TVE, sabemos que Julián Muñoz sigue preso y muy desmejorado y que, asimismo, la que fuera su esposa, Maite Zaldívar, estaría a punto de obtener un permiso penitenciario.

   Nos queda un cuarto (la unidad tiene cuatro cuartos, solamente), que dedicaremos a otro clan, el clan Ortega (Cano), integrado por José, Gloria Camila y José Fernando. Gracias una vez más a TVE, todos los días tenemos puntual información de ellos. El padre, José, en libertad condicional, ha rehecho su vida con moza joven. Gloria Camila: “Mis únicos padres son Rocío Jurado y José Ortega Cano”. Y José Fernando, que ha sido noticia por haberse cortado mucho el pelo por los lados.

  Y si tuviéramos más cuartos, podríamos continuar hasta la noche, con la inacabable nómina de personajes insignes: Antonio David y su ex, Rociíto; Alfonso, el viudo de la duquesa de Alba…

   En fin, que aquéllos que abogan por la desaparición de RTVE, no dejan de ser los canallas desalmados de siempre. Como si no existiera la BBC, entidad británica de titularidad pública, cuyo prestigio se mantiene intacto con el paso de los siglos. El mismo que TVE se concede a sí misma dedicando su tiempo a tan egregios personajes, tanto al menos como los que anteayer recibieron el Princesa de Asturias, alguno de los cuales lo obtendrá en su día: méritos no les faltan.

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