SABINA MUDO Agapito Gómez Villa El otro día, mi adorado Joaquín Sabina (dejemos la idolatría para Delibes y "'Su' idolatrado hijo Sisí"), concierto madrileño finalizando, se vio obligado a arrojar la toalla, léase la guitarra, y marcharse muy disgustado con la música a ninguna parte, absolutamente disfónico, o sea, completamente afónico, no es lo mismo, a decir de su guardia de corps, el inteligentísimo Pancho Varona. "En esta gira interminable he estado recorriendo pasillos de sórdidos hospitales", le había dicho minutos antes a la entregada feligresía. Hombre, Joaquín, ya sabemos que un hospital no es comparable ni tan siquiera con "el último bar que vimos abierto", pero me parece que no estuviste muy acertado a la hora de elegir el adjetivo, sórdido, hombre versado en letras que eres. Como poco, me parece una muestra de desagradecimiento hacia los nosocomios (al diccionario) en los que te arreglaron el "marichalazo...
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