No veo yo mucho “Martes Chef”, o como se diga. Lo oigo más bien de reojo, por ver si la gran Ainhoa Arteta se arranca con alguno de los cantos que nos brindase aquella ‘noche en los jardines de Trujillo’. Mi relación con la cocina se limita a aquel lluvioso día, mi madre ausente y yo preadolescente, en que me dio por hacerme una tortilla francesa, que me gustaba mucho ver cómo crecía y se doraba el huevo recién batido. Qué decepción: aquello ni creció ni se doró: se fragmentó. Había puesto vinagre en lugar de aceite. Allí empezó y acabó mi carrera de ¡restaurador! Es el caso que mientras, leyendo algo, espero a la bella Ainhoa, de vez en cuando “levanto la vista y me encuentro con ella”. ¿Con la puerta de Alcalá? No, qué va: con doña Celia Villalobos, la que fuera ministra de Sanidad. Si usted no se cree que, en tiempos de Aznar, la señora Villalobos fue ministra de Sanidad, es su problema. «Las amas de casa no tienen que hacer un caldo con huesos de vaca… Se puede hacer el cald...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa