“Ni la historia de España ni la del mundo son imaginables sin la épica de los conquistadores extremeños” (ABC, 28 de septiembre). ¿Hay quien dé más? Lo dijo Fernando García de Cortázar, el día que presentase su último libro.
“Francisco Pizarro, Pedro de Alvarado y Hernando de Soto, los tres conquistadores extremeños que tienen estatua en Badajoz, amanecieron ayer manchadas con pintura roja y palabras como 'invasores asesinos', 'genocidio' o 'masacre' escritas sobre el bronce. El ataque se produjo coincidiendo con el día de la Hispanidad” (HOY, 14 de octubre).
O sea, que mientras una célebre autoridad en la materia afirma que el mundo todo es ‘deudor’ de la gesta de un puñado de arrojados extremeños, otros extremeños van e insultan a aquéllos de mala manera. Ustedes me van a perdonar, pero las cosas no me cuadran. No obstante, en mi afán de encontrar una explicación, llego a la siguiente conclusión. García de Cortázar (Premio Nacional de Historia), es un prestigioso catedrático, autor, asimismo, de varias obras sobre la especialidad. Los que echaron pintura sobre las estatuas de los conquistadores no sé quiénes serán, pero me cuesta mucho trabajo aceptar que pertenecen a la misma especie que el profesor. ¿A una especie superior? Ni locos. Nos queda una sola opción: son de una especie inferior: asnos, un suponer. Es que hay que ser muy burros para llevar a cabo semejante tropelía. Y es aquí donde toma la palabra Séneca: “Si un asno te diese una coz, ¿lo denunciarías?” Alguien pensará que lo de ensuciar las estatuas lo hacen mucho los pájaros, pero los pájaros no escriben insultos.
Una vez le pregunté a un griego que cómo llevaban lo de ser herederos de una de las más grandes culturas de la historia (Tierno Galván decía que los griegos lo habían hecho todo). Y el griego me contestó que con mucho orgullo. Si lo de los griegos fue asombroso, la obra de España en América no lo es menos: es considerada por muchos como la más portentosa de la historia de la humanidad. O sea, que por la regla de tres de los griegos, los españoles tendríamos que ser los tíos más orgullosos del mundo. Si aquí ponemos lo del profesor Cortázar, los extremeños tendríamos que ser los primeros de la lista. Es que es muy fuerte: “Ni la historia de España ni la del mundo son imaginables sin la épica de los conquistadores extremeños”. Nadie lo ha dicho mejor.
Yo creo que don Miguel Muñoz de San Pedro, conde de Canilleros, se pasó un pelín al llamarles dioses, en aquel libro que yo veía en el escaparate de una librería, días felices del bachillerato, y cuyo título me gustaba tanto: “Extremadura. La tierra en la que nacían los dioses”. Siglos más tarde averiguaría que lo había tomado de un falangista de pro, Rafael García Serrano: “Cuando los dioses nacían en Extremadura”.
En fin, que en lo del orgullo extremeño, me apunto el primero.
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...