A tan celebérrimo señor, que en su día diera por ‘muerto’ Alfonso Guerra, habría que darle el premio Nobel de la Paz todos los meses. Es que si hay una cosa importante para la buena marcha de la convivencia civilizada, sí, es la separación de poderes que él ideó. El legislativo, el ejecutivo y el judicial, vigilándose/marcándose mutuamente, es uno de los grandes hitos del homo sapiens, sapiens. ¿Se imaginan a Pedro Pablo sin unos jueces que les fuesen a la mano? Miedo me da sólo pensarlo. Sin el poder judicial, Maduro le vendría chico. ¿Que no? Fíjense hasta qué punto: con separación de poderes y todo, Pedro Pablo se ha revuelto como una pantera ante la resolución judicial que anulaba lo dispuesto por el gobierno para Madrid en la lucha contra el coronavirus, y ha decretado, manu militari, el estado de alarma para casi toda la Comunidad. (Por cierto, con la que está cayendo sobre La Zarzuela, perdón, sobre Zarzuela, no me digan que no es mala suerte que la ‘corona’ vaya unida a una partícula tan deletérea.) Oiga, que yo no digo que las medidas de Ayuso sean más eficientes para contener la pandemia que las del ministerio, que eso es harina de otro costal. No sé a ustedes, pero a mí me parece que habría sido más sensato, para evitar la ‘exportación’ del virus, que su señoría hubiese esperado a que pasase el puente del 12-O, al menos. ¿O no?
Alguien dirá que el legislativo y el ejecutivo emanan de la voluntad popular y el otro no. De acuerdo. ¿Ustedes han visto que para hacer un trasplante de corazón se hagan antes unas elecciones para elegir al cirujano? ¿O para escoger a los ingenieros y arquitectos que están construyendo los asombrosos/milagrosos puentes del AVE que nunca veremos? Pues lo mismo con los jueces. Alguno habrá que esté un poquito zumbado, sólo un poquito, ¡como en todas las profesiones!, pero, en general, son profesionales de una extraordinaria cordura y de una formidable formación, que rima con una durísima oposición.
En fin, que si no fuese por la separación de poderes, todo régimen de gobierno, por muy democrático que fuere de inicio, se trasformaría en una dictadura, más o menos dura, pero dictadura. Es que es pavorosa la falta de respeto que los gobernantes tienen a las leyes. Los ejemplos saltan por doquier: llámese Filesa, llámese GAL, llámense ERES, llámese Gürtel, llámese Púnica, llámese Dina, llámese Kitchen,… Raro es el mandamás que cuando deja el cargo (ah, el rey emérito) no tiene el armario lleno de cadáveres. Sin ir más lejos, a todos se les da de lo lindo el espionaje ¡al margen de la ley!: servicios de inteligencia le llaman. ¿Inteligencia? ¡Tu tía! Hasta el punto de que se ha acuñado un ‘maloliente’ término que todo el mundo acepta ya como normal: ¡las cloacas del Estado!
Monsieur Montesquieu, perdone usted a Alfonso, que ahora se nos ha vuelto bueno
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...