Ir al contenido principal

BUROCRACIA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Qué alegría cuando me enteré de que, en la pugna de mis colegas con las diversas administraciones, la nuestra incluida, una de las reivindicaciones arrancadas, la fundamental, haya sido la desburocratización de la atención primaria. Es que no puede haber dos términos más antitéticos. Y más en estos momentos, en los que mis congéneres están hasta las cejas, a causa de la maldita pandemia. Algún lector recordará escritos míos a este respecto, echando veneno por un colmillo. Nunca jamás pude entender que, gran parte de su esfuerzo el médico lo tenga que emplear en labores burocráticas. Uno no entiende el ejercicio de la medicina si no es para dedicarlo todo a los pacientes, que para eso fuimos formados. Lo más curioso es que, habiendo estudiado la carrera en los mismos bancos y con los mismos profesores que los compañeros de otras especialidades, muy dignísimas todas, pero no más que la de médico de familia, sólo estos últimos están obligados a ser oficinistas también. “La burocracia que genera el médico, la resuelve el médico”, fue la frase lapidaria que se inventaron, para zanjar la cuestión, unos chiquilicuatros (‘chiquilicuatres’ en catalán) que en mala hora hubimos de sufrir, tiempo ha, como gerentes. Mas como se tratare de unos pobres cobardes, con los especialistas de los hospitales nunca se atrevieron; de tal manera que a los médicos de cabecera nos convirtieron en el sumidero de todos los ‘detritus’. Con unos ejemplos lo van a entender. Uno. “Que me ha dicho el especialista que me haga usted las recetas, que él no tiene”. Ni corto ni perezoso, mi compañero Aquilino, cogió un talonario y lo introdujo en un sobre: “Ahí tiene las recetas”. Dos. Que me han dicho que me tiene usted que hacer un volante para la ambulancia todas las semanas para llevar a mi madre al hospital. Y cada semana, mascullando blasfemias bajo el bigote, tenía que dedicarme, la consulta hasta las trancas, a rellenar un sudoku de volante, que algún cretino había pergeñado. Tres. Esto es para mear y no echar gota. Aún mi hija ingresada en el Infanta Cristina de entonces, me dirigí al departamento administrativo de la planta, cirugía, en cata de la baja laboral preceptiva. Y fui a topar, ¡encima!, con el tío más zafio, burdo, soez e ineducado de todo el gran hospital: “Para eso tiene usted que ir al médico de cabecera”, me espetó. “Llevo treinta años de médico y es la primera vez que veo esto”, le contesté. “Pues yo llevo aquí toda la vida y siempre se ha hecho así”. Se pueden imaginar lo contento que me puse. Cuatro. La misma mañana que un paciente fuese dado de alta en Cirugía Plástica, acudió a la consulta con un papel en el que decía que tenía que pedir al médico de cabecera un volante para ir al día siguiente a curarse a Cirugía Plástica. Lo juro por mis nietos. Y así podría seguir una semana. Qué dirán ahora aquellos ineptos malvados que acuñaron la frase lapidaria, uno de los cuales quiso empurarme por un escrito en estas páginas, en el que ironizaba sobre los meses que llevaba sin ser arreglada la tapa del water de aquellas zahúrdas que llamaban centro de salud. Estoy con vosotros, compañeros.

Entradas populares de este blog

MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...

Dos soles y cuatro lunas

  Pasado mañana, a las doce en punto de la noche, despediremos un año, y un instante después, estrenaremos uno nuevo. Y la Tierra, que es la madre del cordero, sin enterarse de la misa la media. ¿Por qué digo esto? Hombre, está muy claro. ¿Qué es un año? Un año, lo saben muy bien los niños, es el tiempo que pasa entre los regalos de un cumple y los del cumple siguiente. Aniversarios infantiles aparte, un año, como es sabido, es una medida astronómica: el tiempo que la Tierra tarda en completar una vuelta alrededor del Sol, a la módica velocidad de 108.000 km por hora, con lo que dónde coños estaremos cuando acabe de escribir esta columna. (Si a eso le añadimos que el Sol se está moviendo a una velocidad infernal, en derredor del centro de la galaxia, la Vía Láctea, y que nuestra galaxia se aleja como un rayo de las galaxias vecinas, ya tenemos el lío montado. Ah, se me olvidaba decir que la Tierra también gira sobre sí misma. Con todo ese jaleo de movimientos, no me extraña nad...

DE LOS ALERTEROS Y LOS POLÍTICOS

Se han pasado el verano acojonando al personal con alertas por la caló (les gusta más una alerta roja que a un tonto una tiza), y para una vez que han podido lucirse, la DANA valenciana, ha pasado como en el cuento del lobo. Me refiero a los saltimbanquis/as que han convertido una ciencia, la meteorología, en un espectáculo circense, que lo único que les falta es comenzar sus intervenciones como aquellos genios que hubo: “¿Cómo están ustedeeees?” Tendrían que aprender del profesor Jorge Olcina (COPE) y de José Miguel Viñas (Rne), o de Mario Picazo, físicos todos, unos señores que tratan la meteorología con un rigor y una seriedad que da gusto, no como esa pandilla de histriones/as, ya digo, que parece que fueran ellos los hacedores del clima. Así les ha lucido el pelo con la “DANA más catastrófica del siglo”, que es como titulan ‘los otros’ a todas horas, tal que si estuviéramos ya en el 2099. Dice José Antonio Maldonado, físico también, que no entiende por qué se tard...