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Mostrando entradas de enero, 2021

3500 MILLONES DE MUERTOS

Ni en sus peores pesadillas oníricas habría podido soñar Salvador Illa que, sólo con el formidable pertrecho de una licenciatura en filosofía, le tocaría gestionar tan mortífera pandemia. De haberlo intuido, seguro que le habría dicho a Pedro Pablo: “Si es posible, que pase de mí este cáliz”. Ah, y menos mal que a su lado tuvo siempre a un visionario, Fernando Simón: el de los “dos casos diagnosticados” como mucho; el prosélito del funesto 8-M, 2000. A pesar de todo, con sus gafas de superman y su seriedad, el hombre no daba mal en televisión, que es de lo que se trataba. Siempre que se lea sin faltas de ortografía, claro. ¿O no? Trabajo me cuesta imaginarme en el lugar de don Salvador, a Celia Villalobos o a Leire Pajín, dos luminarias de la política patria, ministras que fueran de la cosa en su día (una de cada ‘equipo’). Con don Illa ha quedado demostrado una vez más que el ministerio de Sanidad es un cargo de relleno (repasen el elenco): “A ver, quién queda por nombrar”. Dicho l...

¿TÚ TAMBIÉN, HIJO MÍO?

Si hay un escritor al que le viene como anillo al dedo lo de Julián Marías, “la calidad de página”; o lo de Roland Barthes “la belleza del texto”, es a Luis Landero. Dicho de otra manera: un libro de Landero se puede abrir por cualquier página, y siempre te quedarás atrapado por la escritura tan bella, tan pulcra, tan ‘perfecta’, de este hombre. Pues bien, enfrascado que estaba en la lectura de “La vida negociable”, de repente, me doy de bruces con lo siguiente: “Nadie llegaría nunca a castigar su crimen?”, en boca del hijo adolescente de la autora del delito. ¿Tu quoque, fili mi? ¿Tú también, Luis?, me digo, cual César, acuchillado, a Bruto. De toda la vida, un criminal era eso, un criminal. ¿Que a quién había matado la buena mujer? A nadie. De ahí mi estupefacción. El crimen de la señora consistía en acudir dos veces por semana a la consulta de un psiquiatra que no era psiquiatra, sino un profesor de piano con el que estaba liada. Lo cual que no arrojé el libro a la piscina (seg...

EL LLANTO VA POR BARRIOS

“Portugal se confinará de forma estricta durante un mes” (HOY). ¿Se acuerdan ustedes de cuando en la primera oleada, España pisándole los talones funerarios a Italia, nos hacíamos cruces perplejas sobre la envidiable relación de nuestros hermanos portugueses con el coronavirus? Pues bien, el secreto de aquello lo descubrió un médico del Universitario de Badajoz, que, tal que hicieran Watson y Crick con el ADN, cuyo descubrimiento anunciaron en un bar de Cambridge, “The Eagle”, nuestro doctor hizo lo propio en otro bar, el del hospital: “El virus se detiene al llegar a la frontera de Caya”. Pues bien, a lo que se ve, en algún momento el virus le debió perder el miedo a la raya -¿una mutación?- y comenzó a circular como Pedro por su casa. No hay otra explicación posible. Perdonen ustedes el sarcasmo en un tema tan dramático (trágico en demasiadas ocasiones), pero me parece la manera más sencilla de decir que las autoridades sanitarias y no sanitarias no tienen mucho que hacer en ...

GRACIAS, FILOMENA

Resignado estaba a seguir para siempre con los medios dedicados a informar de modo agobiante, abrumante, sobre la mortífera pandemia (las muertes tan próximas llegan a resultar agobiantes, deprimentes, amenazantes), de tal manera, que ya me iba costando trabajo recordar aquellos informativos de antaño. Pues bien, gracias al temporal de frío y nieve, de nieve mayormente (Filomena lo han bautizado), ya he visto alguna cadena de televisión cuya exclusiva información ha sido la formidable nevada y sus múltiples derivadas. O sea que, de la noche a la mañana, parece que el virus hubiese dejado de existir, ojalá, Señor, pues que lo que no sale en la tele, no existe: ¿existe, acaso, la malaria con sus millones de muertos anuales? Oiga, que yo no estoy minimizando la dolorosa magnitud de la pandemia que nos asola; lo que quiero decir es que con un poquito más de concreción y, por ende, con una cierta merma de los tiempos dedicados a la misma, también nos habríamos conformado. ¿O no? ...

EL RENACIDO Y EL FILÓSOFO

“Séneca era muy amigo de filosofar, es decir, de la verdad”. Pues va a tener razón John Locke, el filósofo que dijo que la mente de un niño es como una ‘tabla rasa’ donde se van grabando los conocimientos. Diez años tenía cuando escuché lo de Séneca (lectura previa a un ejercicio de redacción), de labios del maestro, don Vicente Albarrán, y se me quedó en la mollera para siempre. Como el que no quiere la cosa, ya van dos filósofos. Pues bien, esa misma palabra, filósofo, ha sido usada para definir al ministro de sanidad, “el filósofo de mirada triste”: en este periódico, sin ir más lejos. ¿Es filósofo el señor Illa? Vamos anda: es licenciado en filosofía, que no es lo mismo. Filósofo, lo que se dice filósofo, es un señor que ha hecho una “obra filosófica”, eso que alguien definió -¿Hegel?- de esta manera tan bonita: “Una obra filosófica no es sino la vida del filósofo sintetizada en aforismos”. Toma ya. ¿Ustedes ven a don Salvador ensartando aforismos? Yo no. Además de lo otro, cla...