El título es una paráfrasis de un verso del inefable Sabina: “No me veréis en Benidorm con el Imserso”, que yo creo que lo dice más que nada para que rime con lo que viene a continuación: “La poesía es el desván de un metaverso”, perteneciente todo a su testamento vital, “Sintiéndolo mucho”, hecho a medias con Leiva (escúchenla). Lo dicho, que no me verán ustedes de presidente del gobierno. Lo siento por los muchos amigos que vienen animándome a dar el paso, mayormente desde que la diputación de Badajoz empezó a tratar con tanta generosidad al hermano de Pedro Sánchez (¡Medalla de Extremadura para dicha institución, ya!): “Tú te preparas cuatro cosas, y con el piquito de oro que Dios ‘ta dao’, te haces presidente del gobierno a las primeras de cambio”.
Pues no, amigos míos. No me voy a presentar. Y no por miedo al fracaso, aunque el piquito de oro me quedó un poco tocado desde que un gerente del Insalud, Urdaci o algo así se llamaba, me calificó con un cero, en la entrevista, que no examen, que nos hicieron para optar a un cambio de plaza. No me voy a presentar por una razón mucho más importante: el asiento del Falcon. Como se lo cuento.
El ministro Cuerpo (en mi pueblo había un señor al que le llamaban “Cuerpoelástico” y ahora hay otro al que le llaman “Cuerpoestufa”), les decía que el joven ministro de Economía, el extremeño Carlos Cuerpo, dijo el otro día que el avión del presidente, el famoso Falcon, es muy incómodo: ¡no se puede abatir el respaldo, o sea, que hay que ir todo el viaje derecho como una vela! Por ahí no paso, yo, que tengo que conducir totalmente reclinado; medio acostado, vamos. Y no por capricho, sino por mis problemas lumbares, desde que era muchacho (el profesor de gimnasia, un bicho malo, me bajaba la nota al ser yo incapaz de tocar el suelo con las manos, sin doblar las rodillas, claro; pequeño atleta que uno era). Así que, queridos amigos, renuncio a ser presidente del gobierno.
Sí, ya sé que mucha gente está deseando que Pedro Sánchez se vaya en buena hora (siempre nos quedará su hermano David, hijo predilecto de la diputación de Badajoz, y que tanto ha hecho por la cultura musical de nuestra región, perdón, de nuestra Comunidad Autónoma), les iba diciendo que mucha gente está indignada por lo de la cátedra regalada a la bachillera Begoña, manda güevos; y muchos otros por el gran concierto que va a tener lugar en Catalunya (hay gente que odia la música, Cela por ejemplo).
Sintiéndolo mucho, yo por lo del Falcon no paso.
Post scriptum: me presentaría por una única razón: si por esos azares de la vida, M. Jesús Montero, quedase al mando del gobierno; a pesar de su prodigiosa claridad oratoria: “Lo que dice el acuerdo, es lo que dice; y lo que no dice el acuerdo, no lo dice”. (Se nota que es licenciada en medicina.)
Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...