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Mostrando entradas de septiembre, 2012

De monaguillos y altares

    Sí, ya sé que muchos preferirían que escribiese sobre cosas domésticas, que les diese caña, un suponer, al señor Monago y sus ‘monaguillos’, pero ustedes perdonen que siguiendo las enseñanzas del maestro, -Umbral, quién va a ser-, uno no dedique su pluma a personajes que andan medio sonados, los pobres. (Umbral, sí, ni una sola vez escribió el nombre de un eximio extremeño que fuera presidente del Senado, uno muy alto, muy guapo, muy cachas, uno de aquellos que le ponían enfrente al señor Ibarra: así cualquiera, lumbrera.) Fíjense cómo andarán de mal los ‘monaguillos’, que,   anteayer mismo, el consejero de Sanidad volvió sobre sus pasos para saludar a este humilde médico-escribiente, luego de haberse adentrado en el restaurante, en cuyo bar me tomaba unos vasos con unos amigos: que le gusta mucho lo que escribo y tal. Yo no me lo creo. No me creo que le guste leer las cosas que he dicho, repetidamente, en estas páginas: que hay que cerrar, ¡ya!, la asamblea;...

En el tiempo de la infamia

   Así se intitula la obra del paisano Doncel, el malpartideño Diego Doncel, con la que acaba de obtener el premio Café Gijón de novela, y que leeré en cuanto llegue a mis manos. “Los intelectuales tienen que levantar la voz”, ha dicho el recién premiado. Intelectuales, infamia; infamia, intelectuales: ¿de qué me sonarán a mí, juntas, esas dos palabras? Y así me pasé media mañana, bulléndome ambos conceptos en la mollera del inconsciente, que por lo visto es el encargado de todo lo que pensamos cuando no pensamos.    Lo primero que se me vino a la frente es lo de Pío Baroja: “Da como un poco de vergüenza llamarse uno intelectual a sí mismo”. Y tanto. Y sigue la cosa: intelectuales, infamia; infamia, intelectuales. Y de pronto, la mezcla más ominosa: la repugnante connivencia de la intelectualidad europea, un tal Sartre a la cabeza, con los crímenes de la pareja de criminales más grandes de la historia, Lenin-Stalin.    Infamia, intelectuales; inte...

El nieto como terapia

   Creo que ya les conté, y si no se lo cuento ahora, aquello que le dijo Jorge Guillén a Umbral (las montañas se comunican por las cumbres, dijera Nietzsche): “Estoy dudando si meter o no la palabra nieto en un poema”. Cosas de poeta. Pues mira tú por dónde, yo no tengo ningún empacho, sino todo lo contrario, en hablar de los nietos: los míos y los ajenos. Claro, que yo de poeta tengo poco. Oiga usted: que Bob Dylan y Mike Jagger hace mucho que son abuelos y ahí siguen en el ‘candelabro’. Es que, por si faltaba algo, he descubierto una nueva faceta en los nietos: la propiedad terapéutica.   Me explico. Como médico, yo no he visto nunca a un viejo más desolado que aquel al que, por esos odiosos conflictos de familia, se le hurta la presencia de un nieto. Podría contarles historias sin fin, pero no creo que haga falta, pues que ustedes conocerán más de una. Por el contrario, jamás he visto a un viejo más exultante que cuando acude a la consulta acompañado de un niet...

Donde la hermosura se llama soledad

   Ha dicho la señora Cospedal que su intención es reducir a la mitad el número de diputados autonómicos, y que de sueldo ya hemos hablado bastante: bocata calamares y una cerveza, el día que tengan que acudir a un pleno, y van que chutan. Y el billete para el autobús: nada de kilometrajes y otras zarandajas. Ese será el primer paso, sí. El segundo será la clausura de todos esos entes inservibles que son los parlamentos regionales. Bueno, inservibles, lo que se dice inservibles no son, que sirven para dar de comer a miles de desoficiados, que hubiera dicho mi madre. Luego vendrá la supresión de los miniministerios, llamados consejerías, ya lo verán. Y el ‘desprendimiento’ de las televisiones regionales. Lo mismito, los mismito que yo le aconsejé, en estas páginas, al ‘gobernador’ de Extremadura, señor Monago, cuando le dije que fuese valiente y se cargase, él el primero, el invento que tanto ha contribuido al presente marasmo socio-laboral (la palabra ruina se la dejo a los...

Vamos a ser serios (publicado el 2/9/12)

     “Vamos a ser serios, Luis”, decía cada dos por tres, José Luis Gutiérrez, periodista de raza donde los hubiere, recientemente fallecido. “Vamos a ser serios”, le decía a Luis del Olmo con aquella vehemencia suya que le salía a borbotones. Eso mismo les digo yo a ustedes a tenor de la excarcelación del tal Bolinaga, apodado por cierto mundillo periodístico como “el carcelero de Ortega Lara” (otros le llaman activista): vamos a ser serios.     Que el menda en cuestión es un canalla de molde, es algo que no tiene discusión. Pero rasgarse las vestiduras por la concesión del tercer grado penitenciario a un individuo enfermo de cáncer, cuando ya se permitió, retorciéndole el pescuezo a la ley, la puesta en libertad de un angelito que todavía tenía entre las uñas restos de sangre de los muertos que el mató, veinticinco, se me antoja un ejercicio de intencionado cinismo. De ‘Juanito’ Chaos hablo, claro, que se quedó en los huesos, no por una huelga d...