Sí, ya sé que muchos preferirían que escribiese sobre cosas domésticas, que les diese caña, un suponer, al señor Monago y sus ‘monaguillos’, pero ustedes perdonen que siguiendo las enseñanzas del maestro, -Umbral, quién va a ser-, uno no dedique su pluma a personajes que andan medio sonados, los pobres. (Umbral, sí, ni una sola vez escribió el nombre de un eximio extremeño que fuera presidente del Senado, uno muy alto, muy guapo, muy cachas, uno de aquellos que le ponían enfrente al señor Ibarra: así cualquiera, lumbrera.) Fíjense cómo andarán de mal los ‘monaguillos’, que, anteayer mismo, el consejero de Sanidad volvió sobre sus pasos para saludar a este humilde médico-escribiente, luego de haberse adentrado en el restaurante, en cuyo bar me tomaba unos vasos con unos amigos: que le gusta mucho lo que escribo y tal. Yo no me lo creo. No me creo que le guste leer las cosas que he dicho, repetidamente, en estas páginas: que hay que cerrar, ¡ya!, la asamblea;...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa