“Vamos a ser serios, Luis”, decía cada dos por tres, José Luis Gutiérrez, periodista de raza donde los hubiere, recientemente fallecido. “Vamos a ser serios”, le decía a Luis del Olmo con aquella vehemencia suya que le salía a borbotones. Eso mismo les digo yo a ustedes a tenor de la excarcelación del tal Bolinaga, apodado por cierto mundillo periodístico como “el carcelero de Ortega Lara” (otros le llaman activista): vamos a ser serios.
Que el menda en cuestión es un canalla de molde, es algo que no tiene discusión. Pero rasgarse las vestiduras por la concesión del tercer grado penitenciario a un individuo enfermo de cáncer, cuando ya se permitió, retorciéndole el pescuezo a la ley, la puesta en libertad de un angelito que todavía tenía entre las uñas restos de sangre de los muertos que el mató, veinticinco, se me antoja un ejercicio de intencionado cinismo. De ‘Juanito’ Chaos hablo, claro, que se quedó en los huesos, no por una huelga de hambre, sino gracias a la dieta perfectamente programada por los médicos cercanos a la organización terrorista, que los hay, vaya que si los hay, que los conocí yo en la época que trabajé en la institución penitenciaria, tiempo en el que, por cierto, ‘me hinché de poner en libertad’, ustedes me entienden, a decenas de presos enfermos de sida (antes de la llegada de los antir-retrovirales), artículo 60 en mano, el mismo que se le va a aplicar al enfermo Bolinaga.
Que sí, que lo que el muy canalla hizo con Ortega Lara es de una abyección atroz, pero no más que matar de un tiro en la nuca a Miguel Ángel Blanco, o asesinar al matrimonio Becerril, o matar a los niños de los cuarteles (Aute, te estoy esperando), o asesinar a tantos y tantos cientos de personas de toda condición. Pues bien, para cualquiera de los abyectos criminales de la eta, el Estado de Derecho, que ellos quieren cargarse, tiene preparado, llegado el caso, el célebre artículo 60, aunque el individuo, a más de canalla, se ponga chulo delante del juez que va a visitarle a la cárcel: “cumpla usted con su ley”, que en ese ‘su’ está toda la chulería del tipo. Seguro estoy de que en ese momento a su señoría se le pasó por la cabeza dejarlo alguna temporadita más con el cáncer a la sombra, pero muy posiblemente se acordó de Séneca, que los jueces son gente leída: “Si un asno te diera una coz, ¿le denunciarías? Versión moderna: ¿si un preso canceroso se te pusiera borde, le dejarías morir en la cárcel? Calla, hombre, calla.
Es que se mire por donde se mire, lo de Bolinaga no deja de ser una minucia en comparación con los gigantescos sapos que ha tenido que tragarse el Estado de Derecho a causa del terrorismo-independentismo: ¿puede haber por desventura mayor sarcasmo que ver sentado en el parlamente vasco a un terrorista, Josu Ternera, presidiendo, para más inri, la comisión de derechos humanos? Una minucia, ya digo, y más cuando es muy probable que esté al caer la declaración de independencia del País Vasco, modo Kosovo, si en las próximas elecciones ganan los que sabemos, por mí como si se operan.
Vamos a ser serios, señores.