Ir al contenido principal

De monaguillos y altares


    Sí, ya sé que muchos preferirían que escribiese sobre cosas domésticas, que les diese caña, un suponer, al señor Monago y sus ‘monaguillos’, pero ustedes perdonen que siguiendo las enseñanzas del maestro, -Umbral, quién va a ser-, uno no dedique su pluma a personajes que andan medio sonados, los pobres. (Umbral, sí, ni una sola vez escribió el nombre de un eximio extremeño que fuera presidente del Senado, uno muy alto, muy guapo, muy cachas, uno de aquellos que le ponían enfrente al señor Ibarra: así cualquiera, lumbrera.) Fíjense cómo andarán de mal los ‘monaguillos’, que,  anteayer mismo, el consejero de Sanidad volvió sobre sus pasos para saludar a este humilde médico-escribiente, luego de haberse adentrado en el restaurante, en cuyo bar me tomaba unos vasos con unos amigos: que le gusta mucho lo que escribo y tal. Yo no me lo creo. No me creo que le guste leer las cosas que he dicho, repetidamente, en estas páginas: que hay que cerrar, ¡ya!, la asamblea;  que hay que acabar, ¡ya!, con los miniministerios;  que hay que privatizar, ¡ya! la televisión regional; que hay echar a los miles de trabajadores públicos sobrantes. Eso para empezar. No obstante, gracias por su gesto, señor Carrón: sé que le ha tocado un buen marrón.

   Elevemos, pues, un poquito el nivel.

  Se me vino a la cabeza, estando en misa el otro día, que no es mal sitio para ‘pensar’, cuando al señor cura le cuesta acabar la homilía (por no llevarla escrita): “Quien sirve al altar, ha de vivir del altar”. Me lo recordaba don Víctor Gerardo, aquel gran humanista que tuve de profesor y luego de paciente (las vueltas que da la vida), cada vez que se le olvidaba entregarme la tarjeta de adeslas y a mí me diese vergüenza pedírsela. Es que no me cabe en la cabeza que hoy, que todo se cobra, la misa siga siendo gratuita. Sí, ya sé que en los bautizos, bodas y misas de difuntos, entre otros actos litúrgicos, es costumbre voluntariamente obligatoria entregar algún donativo al oficiante. Pero yo me refiero a la gratuidad para los feligreses. Alguno dirá que las cosas de Dios no se cobran, que son demasiado importantes para ponerles precio. De acuerdo. ¿Pero a usted no les resulta extraño que le cobren por visitar una determinada catedral y no le cobren por asistir a la santa misa en ese mismo templo? A mí sí. ¿No habíamos quedado en que los templos son la casa de Dios? No me digan que lo son sólo a ciertas horas. O renovarse o morir: San Pablo dixit.

    Propongo, pues, solemnemente (no podía ser de otra manera) que, en adelante, aprovechando los adelantos técnicos (tecnológico es un anglicismo), se comience a cobrar por la asistencia a misa, según los ingresos del cristiano. Algo parecido a como se ha hecho con el pago por receta: desde la gratuidad para los más desfavorecidos, hasta el mucho por ciento para los que más ganan (los niños, todo gratis, claro). La misma tarjeta del SES podría servir, pasándola por un datáfono en la entrada de la iglesia. Ah, y el que quiera confesarse que lo pague aparte. Verán como el personal se cuida de pecar.  

   Quien sirve al altar, ha de vivir del altar y sólo del altar. ¿O no?

    

Entradas populares de este blog

MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...

DE LOS ALERTEROS Y LOS POLÍTICOS

Se han pasado el verano acojonando al personal con alertas por la caló (les gusta más una alerta roja que a un tonto una tiza), y para una vez que han podido lucirse, la DANA valenciana, ha pasado como en el cuento del lobo. Me refiero a los saltimbanquis/as que han convertido una ciencia, la meteorología, en un espectáculo circense, que lo único que les falta es comenzar sus intervenciones como aquellos genios que hubo: “¿Cómo están ustedeeees?” Tendrían que aprender del profesor Jorge Olcina (COPE) y de José Miguel Viñas (Rne), o de Mario Picazo, físicos todos, unos señores que tratan la meteorología con un rigor y una seriedad que da gusto, no como esa pandilla de histriones/as, ya digo, que parece que fueran ellos los hacedores del clima. Así les ha lucido el pelo con la “DANA más catastrófica del siglo”, que es como titulan ‘los otros’ a todas horas, tal que si estuviéramos ya en el 2099. Dice José Antonio Maldonado, físico también, que no entiende por qué se tard...

EL SEXO CUÁNTICO

Eso es precisamente lo que están investigando y difundiendo las muchachas de Igualdad, el ministerio de doña Irene Trans, perdón, Montero, las jóvenes científicas que trabajan en el LISMI (Laboratorio de Investigaciones Sexológicas del Ministerio de Igualdad), al frente del cual se encuentra una señora que se hace llamar Pam. El sexo cuántico, o sea (no confundir con el sexo tántrico, el de Sánchez Dragó). Que qué rayos es el sexo cuántico. Muy sencillo: el sexo llevado a sus últimas minuciosidades, un suponer, el sexo durante los días ‘enrojecidos’, así como la exploración de otros ‘agujeros negros’ de la galaxia femenina, etc. Que por qué el nombre de cuántico. Porque es lo más parecido a la llamada mecánica cuántica. O sea, el sexo de lo minutísimo. Me explico. Así como existe una parte de la física que se ocupa del macrocosmos, al que dedicó sus poderosas neuronas “el más grande”, Albert Einstein (“la más grande” es Rocío Jurado), con su asombrosa teoría de la relatividad, e...