Este
fin de semana, principia al fin el mayor espectáculo futbolístico del
mundo (¡llevábamos dos o tres semanas
sin competición oficial!), a decir de los que entienden de la cosa, o sea, todo
el personal: la mejor liga del mundo, le dicen. Ningún momento más apropiado,
pues, para traer a la palestra lo que a continuación podrás leer, amable
lector.
He pasado los últimos quince días en una playa
gaditana. Voy a abrir un paréntesis. La intuición me dice que la gente de Cádiz
es lo más logrado del solar patrio: nadie de trato tan natural, amable,
correcto y sencillo. Fin del paréntesis. La playa es la de Zahara de los
Atunes, en cuyas inmediaciones sitúa mi admirado Muñoz Molina, “Sefarad”, un
par de bellísimos relatos, con su proverbial maestría, y allá que me fui en
cata de los lugares que describe en uno de ellos, suceso espeluznante. Mi gozo
en un pozo: no encontré la mansión en cuya puerta rezaba un nombre, ‘Berghof’,
que por cierto, lo que son las cosas, me lo acabo de encontrar en “La montaña
mágica”, la obra cumbre de Thomas Mann, aquel aristócrata ‘de la cultura’, también
de la cultura: Sanatorio Internacional Berghof. Joder, cómo me enrollo, y sólo
por presumir de lecturas, que no piensen que es por otra cosa. Ustedes no saben
cómo nos las gastamos los que tenemos ínfulas de escritor.
Lo que quería decirles es que durante las
últimas dos semanas, he sido vecino de Rafael Alkorta, el que fuera gran futbolista
del Bilbao-Madrid-Bilbao, así como de la selección, 54 ocasiones. Total, que
con gran regocijo de mis nietos, Álvaro y Miguel (va por vosotros), voy y le
digo a modo de saludo: “Estás para volver a la selección”. “¿Tú crees? Qué
bonito sería”, me respondió con una mezcla de tristeza y de nostalgia. Y a todo
esto, mis nietos flipando de que su abuelo se hubiera atrevido a hablar con
personaje tan importante: ¡“Le vamos a decir a los compañeros del colegio que
mi abuelo es amigo de Alkorta”! Tendrían ustedes que verlo. Está impecable:
mismo porte, mismos andares y con más músculos que cuando estaba en activo. Y
me dio mucha pena de que un hombre de tan sólo 44 años, esté fuera de juego
tiempo ha, y nunca mejor dicho. Mas como uno ha nacido para pensar (no me tengan
en cuenta estas tonterías), de repente, se me encendió la bombilla con una
nueva genialidad. A más de la llamada selección absoluta, existen una docena de
las otras: la sub-21, la sub-18, la sub-14,… Alma de cántaro: ¿por qué no una
selección supra-35, otra supra-38, otra supra-40, y por ahí seguido?
¿Se imaginan ustedes un partido
España-Francia, un suponer, Zidane acariciando el balón con los guantes que
lleva en los pies, y diez más; y por parte española Guti, el gran Guti,
colocando con suma elegancia la pelota en el punto exacto antes de que llegara
a su zurda mágica?, y diez más, claro. Diez más que serían del grupo de los
artistas, pues que los jugadores que basaron lo suyo en la fuerza física no
tendrían cabida, por razones obvias.
Entre los españoles, bien podría estar
Alkorta: porque se encuentra en perfecto estado de revista; y, lo que es más
importante: para regocijo de mis nietos.