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Mostrando entradas de mayo, 2014

Por qué me hice del Real Madrid

      Qué mejor momento para predicar, ‘urbi et orbe’, por qué uno es del equipo que esta noche se juega la décima (escribo el sábado, claro). Fue un grandísimo escritor, R. Gómez de la Serna, el que dijo que “la literatura o es autobiografía o no es literatura”, que era lo que a mí me faltaba. Así que ustedes perdonen.       Es fama que las cosas importantes de la vida o bien suceden por casualidad (lo que otros llaman azar), o bien por pequeños detalles, cuya trascendencia uno es incapaz de valorar en el momento en que están aconteciendo, lo cual adquiere todo fundamento si atendemos a lo que dijera otro genio del oficio, Valle-Inclán, “Las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos”, sentencia que fuera gloriosamente confirmada, siglo más tarde, por la neurofisiología: “El error de Descartes”, Antonio Damasio, portugués ‘Príncipe de Asturias’. Cuando hablo de cosas importantes, me estoy refiriendo a cosas verdaderame...

El chalé de los Málaga

     Necesitaría yo la pluma de García Márquez para describir los atardeceres reflejados en la cristalería y la azulejería de aquel bellísimo capricho de la arquitectura cacereña: la Chicuela. Era el milagro cotidiano en la ociosa espera de la Casa de Socorro, sita por aquellos días, 1978, en una esquina del viejo hospital de la Montaña.     Que dicen que la van a tirar para construir pisos. Y la tiraron. Y construyeron pisos.     Es lo primero que me vino a la cabeza, la Chicuela, cuando, no ha muchas semanas, me topé de bruces con otra joyita arquitectónica, remozada en todo su esplendor: el chalé de los Málaga. Inconscientemente, miré hacia abajo, y me imaginé lo asombroso que sería hoy aquel rincón de Cáceres, si la Chicuela hubiera recibido el mismo tratamiento.    Que te coma la mano un guarro, me decía mi amigo Pablo Lorenzana, q. e. p. d. cuando le daba malas cartas, caña y pincho de tortilla en juego, a la...

Voltaire en Badajoz

      No veo yo a Picasso en camiseta diciendo frases lapidarias, pero como me lo contaron, de nuevo se lo cuento: “No busco, encuentro”. Dicho lo cual, hago mía la frase picassiana, aunque sea apócrifa. Es que no sé qué me pasa, pero me las encuentro todas.       “Yo sospecho de ese reverendo franciscano que durmió ayer en nuestra misma posada en Badajoz”. Si no lo leo, no lo creo. No se pueden imaginar dónde me encontré esa cita, no ha muchos días. Les aseguro que me quedé de una pieza. De modo y manera que, al día siguiente, como tuviese dificultad para encontrarla, pensé que había sido una invención de la duermevela, de esos momentos que tan asombrosamente describe Proust en el comienzo de “En busca del tiempo perdido”, que ésa debiera ser su auténtica traducción. Sin embargo, allí estaba la pensión de Badajoz. ¿Es que Badajoz no merece salir en cualquier libro? Por supuesto. Pero me lo encontré donde menos lo esperaba.  ...

Día de luto

    Los que tenemos la costumbre (se torea como se es, dijo Belmonte) de tirar de ironía, sorna, chanza, sarcasmo y todo eso, hoy no debiéramos escribir, o bien cambiar el tono, claro. No se puede uno permitir ni una broma (existe el inconsciente colectivo, con toda seguridad) el día en que están siendo enterrados los cinco jóvenes que perdieron la vida en un espantoso accidente de carretera. Dijo Séneca que es el azar y no la voluntad lo que rige la vida de las personas. Helo ahí, el azar, en forma de muerte. En fin.   Con el buen juego que nos hubiera dado la moción de censura en ciernes (la gran noticia nacional), para esculpir una columna triunfal. Pero hay que cambiar de registro, ya digo, y hacer del notición un análisis aburrido y convencional.   “El poder desgasta, pero desgasta más la falta de poder”, dijo Giulio Andreotti, aquel viejo zorro de la política italiana, que durante varios milenios fuese ministro de todo, cuando no presidente del g...

Paletismo en Eurovisión

     Advertencia: se hace saber al distinguido público que algunas de las cosas que se vierten en este escrito, han sido dichas con anterioridad. Si me atrevo a glosarlas   nuevamente, es por un argumento con fundamento, enunciado que fuera por alguien de gran predicamento, Albert Camus: “Todo está dicho, pero hay que recordarlo porque a la gente se le olvida”. Procedamos, pues.     “Los cantantes españoles que cantan en inglés, merecerían ser ahorcados”. Quién dijo tal. Un señor que habla inglés, de cuando anduvo canturreando en el metro de Londres, y que lleva media vida cantando por todo el mundo, hispano, claro, canciones escritas en el más puro idioma español, en donde salen a relucir, desde las vecinas con pucheros, hasta los bollos de pan de ayer. De Joaquín Sabina hablo, el Dylan español que llaman algunos. Por cierto, ahora que ha salido a subasta el original (la letra) de una canción del juglar americano, me pido una de Sabina, “E...