Los que
tenemos la costumbre (se torea como se es, dijo Belmonte) de tirar de ironía,
sorna, chanza, sarcasmo y todo eso, hoy no debiéramos escribir, o bien cambiar
el tono, claro. No se puede uno permitir ni una broma (existe el inconsciente
colectivo, con toda seguridad) el día en que están siendo enterrados los cinco
jóvenes que perdieron la vida en un espantoso accidente de carretera. Dijo Séneca
que es el azar y no la voluntad lo que rige la vida de las personas. Helo ahí,
el azar, en forma de muerte. En fin.
Con el buen
juego que nos hubiera dado la moción de censura en ciernes (la gran noticia
nacional), para esculpir una columna triunfal. Pero hay que cambiar de
registro, ya digo, y hacer del notición un análisis aburrido y convencional.
“El poder
desgasta, pero desgasta más la falta de poder”, dijo Giulio Andreotti, aquel
viejo zorro de la política italiana, que durante varios milenios fuese ministro
de todo, cuando no presidente del gobierno. Eso es lo que le ha pasado al señor
Vara, cuya imagen, desde que perdiera el poder, se ha ido diluyendo como un
azucarillo, al tiempo que ha ido creciendo la del señor Monago, con sus
entrevistas en los medios nacionales y su figura de hombre providencial, que para
más inri, gobierna con el apoyo de los que, en buena lógica, tendrían que haber
sido sus socios (como en Andalucía), los señores de IU, los cuales le dieron a
don Guillermo la patada que hubieran querido darle a su mentor: fue la inquina
acumulada durante decenios contra los ninguneos y menosprecios del Ibarra
triunfante lo que determinó tan controvertida decisión. Lo que yo te diga a ti.
Es que debe
ser muy duro pasar de mandamás de la Junta, a jefe de la oposición regional.
Eso lo puede aguantar un “profesional” de la política, de los que no saben
hacer otra cosa al margen de la misma, pero no el señor Vara, médico-forense, que
no viene de las juventudes del PSOE, precisamente. Y si encima las encuestas te
pronostican un nuevo triunfo del señor Monago, entonces, “apagamos y vamos”, memorable
expresión de Radomir Antic.
Total, que
ante semejante tesitura, el buen hombre (nadie duda de la bonhomía del señor
Vara) les tiene que haber dicho a los de Madrid: como lo tengo todo perdido,
voy a presentar una moción de censura. Lo peor que me puede suceder, es
perderla, con lo cual, o me voy, o me echan (“en la oposición hace mucho frío”:
esto no lo ha dicho, pero lo tiene que haber pensado). Pero al menos la gente
volverá a saber que existo. Si la gano y vuelvo a gobernar la Junta, que así volverá
a llamarse (eso del GobEx parece un medicamento), ya me encargaré yo de
demostrarles a los de IU que yo no soy como Ibarra, con lo cual, si los
resultados de las próximas elecciones autonómicas fueran parecidos a los
anteriores, lo lógico y natural es que me presten su apoyo, en lugar de dárselo
a Monago.
Y los de
Madrid, seguro que le habrán dicho: entonces, tira p’alante.
(Amable
lector, en todo momento he tenido presente que, a la misma hora que escribía, estaba
teniendo lugar el sepelio de los cinco muchachos. Mis sinceras condolencias a
sus desoladas familias.)