Advertencia: se hace saber al distinguido
público que algunas de las cosas que se vierten en este escrito, han sido
dichas con anterioridad. Si me atrevo a glosarlas nuevamente, es por un argumento con
fundamento, enunciado que fuera por alguien de gran predicamento, Albert Camus:
“Todo está dicho, pero hay que recordarlo porque a la gente se le olvida”. Procedamos,
pues.
“Los cantantes españoles que cantan en
inglés, merecerían ser ahorcados”. Quién dijo tal. Un señor que habla inglés,
de cuando anduvo canturreando en el metro de Londres, y que lleva media vida cantando
por todo el mundo, hispano, claro, canciones escritas en el más puro idioma
español, en donde salen a relucir, desde las vecinas con pucheros, hasta los
bollos de pan de ayer. De Joaquín Sabina hablo, el Dylan español que llaman
algunos. Por cierto, ahora que ha salido a subasta el original (la letra) de
una canción del juglar americano, me pido una de Sabina, “El Café de Nicanor”:
es que sale “el pobre don Agapito”.
“Como diría Lola Flores, no lo permita Dios”.
Quién dijo tal. Lo dijo en Estocolmo un señor que iba a recoger al día
siguiente el Nobel de Literatura, cuando le preguntaron que si hablaba inglés.
Un señor que era nieto de ingleses por parte de madre, y cuya abuela de aquella
procedencia le hacía hincarse de rodillas para reñirle, en inglés, por supuesto
(“La Rosa”). Un señor que aparece retratado, con aire de presunción, en la
esquina de la calle londinense dedicada a un antepasado apellidado Trulock. De
Camilo José Cela Trulock hablo. Aquello fue, ya se sabe, una de las suyas, pues
que él habló inglés de niño, y que siempre presumió de su ascendencia inglesa. Fue
la manera de poner las turmas de la lengua española encima de la mesa, lengua
en la que está escrita una parte, inmensa, de la cultura universal (universal
he dicho).
“El idioma más bello del mundo”. Quien dijo
tal. Se lo dijo, del castellano, claro, un Nobel a otro Nobel. Miguel Ángel
Asturias, el poeta guatemalteco, al mismísimo Cela, en entrevista recogida en
“Conversaciones españolas”.
Y qué decir de lo que dice el gran Neruda
sobre nuestro idioma en “Confieso que he vivido”. Por no hablar de las infinitas
y asombrosas esculturas léxicas (Roland Barthes) cinceladas por la pluma del
Miguel Ángel del castellano: Gabriel García Márquez.
Y así podríamos seguir ad infinitum.
¿Que a qué viene todo esto? Hombre, está
clarísimo. Que vuelve a llover sobre mojado. Y nunca mejor dicho, pues que la
cosa va de lluvia: “Dancing in the rain”. Resulta que, de nuevo, una
concursarte española, Ruth Lorenzo se llama la buena moza, usará el inglés,
mezclado con el español en este caso, para defender el pabellón patrio en la
inminente gala de Eurovisión. Y es el caso que, por muchas vueltas que le doy,
no me cabe en la cabeza, teniendo como tenemos a mano uno de uno de los idiomas
más hablados y bellos del orbe.
Total, que he llegado a la conclusión de
que, en el mundo de ‘esa’ música, y sus aledaños (el de la publicidad), abunda
mucho el personal ignorante, inculto, paleto, cateto y acomplejado. Les parece a
los pobrecitos que con el inglés son más modernos. Pa colgarlos, que dijera
Sabina.