“¿Y las religiones? Ponme una de cada,
que están rebajadas en el Corte Inglés”. Lo lógico sería comenzar así: con
estas desenfadadas palabras de Joaquín Sabina en un interminable rap, “Como te
digo una ‘co’ te digo la ‘o’, y con lo dice de Buda, de Lutero y de Mahoma:
“con su pan se lo coman”. Pero no está el horno para bollos, por dos razones
principales: por respeto a los creyentes, que también son hijos de Dios (bueno,
más hijos de Dios que los demás), y porque la sangre recién vertida en Francia,
fanatismo religioso mediante, me disuade de toda posible frivolidad. Pero a ver
de qué escribe uno, si ya está todo dicho. ¿Que está todo dicho? Calla, hombre,
calla.
Me acuerdo yo de aquel 11-M, ¡de terrorismo
islamista!, y me entra como una cierta desazón. Lo primero, por los números: aunque,
según reza en el Corán, “quien mata a un hombre, mata a toda la humanidad”,
aquel infausto y frío y desagradable día madrileño de trenes reventados,
murieron muchas más humanidades que anteayer en París: 200 contra 20, por
redondear. Y muchos más heridos, dónde va a parar. Mas no sólo por las cifras.
A uno no le parece mal que los medios de comunicación españoles, los telediarios
mayormente, hayan dedicado todo su tiempo (bueno, unos minutitos a lo de Messi
y Luis Enrique), los últimos días, a la tragedia del país vecino. ¿Hicieron lo
mismo los informativos franceses cuando el horrendo 11-M? Trabajo me cuesta
creérmelo. Digo que me cuesta trabajo porque cuando cayó la cúpula de la eta en
Bidart, le preguntaron algo al respecto a un paisano del lugar, a lo que el
buen hombre contestó, no se me olvidará en la vida: “¿Qué es la eta?”. La eta
ya llevaba por entonces muchos cientos de muertos a sus espaldas, alguno de
ellos rematado en el suelo, como hiciera el yihadista con el policía francés y
musulmán (lo recordaba el otro día Carlos Herrera, el magnífico locutor). Al paisano,
ya digo, ni le sonaba el nombre de la eta. Sigamos.
A uno no le parece mal que en los estadios
españoles se guarde un minuto de silencio por los muertos franceses, al tiempo
que en el marcador electrónico reluce “Je suis Charlie”. ¿Se hizo algo parecido
cuando la masacre de los trenes madrileños? ¿De verdad? Pues mire usted, yo no
me acuerdo. A uno no le parece mal que toda Europa sea Charlie, “Toute l’Europe
est Charlie”, pero no me habría disgustado nada, lo que se dice nada, que toda
Europa hubiese sido Madrid cuando el 11-M. Pero no lo fue, ay: a lo mejor es
que yo no lo vi. Ítem más: a uno no le parece mal que el presidente Rajoy acuda
a la magna manifestación que hoy domingo tendrá lugar en París, pero no me
habría importado nada, lo que se dice nada, que el presidente francés de
entonces se hubiera acercado a Madrid cuando la manifestación de repulsa por el
11-M.
Esto
es lo que se me ocurre acordándome sólo del 11-M, por lo de la connotación
islamista de aquel atentado y todo eso, que si hablamos de las masacres
múltiples de la eta, los franceses se darían cuenta de que su actitud con
España no fue siempre la más adecuada. En fin.