Qué suerte tengo. En la misma semana, la presente, han salido a escena dos personajes en los que, tiempo ha, tenía yo pensado sustentar esta columna: Montoro y Del Bosque. El ministro, con sus aguerridos presupuestos; el otro, con su controvertida lista de seleccionados. Así que me he dicho: ésta es la mía. Es el caso que, desde tiempos inmemoriales, vengo pensando que sus respectivos oficios son los únicos que uno aceptaría con los ojos cerrados, y con la íntima convicción de que haría una decente labor, aun sin tener ni idea del particular. ¿No aceptó acaso el Che Guevara, licenciado en medicina, como yo, el nombramiento de presidente del Banco Nacional de Cuba, así como el de ministro de Industria? Por otra parte, ¿ustedes creen que yo sé menos de finanzas que Leire Pajín y Ana Mato de sanidad? En cuanto al fútbol, sólo viendo hacer el paseíllo a un futbolista, sé si es un leñador, con perdón, o tiene un dedo de frente, al menos (Guti, el jugador más talent...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa