Ir al contenido principal

Ni una sola vida


 

     Y dijo Franco: “Gibraltar no merece la vida de un solo soldado español”. Y así fue. Lo cual me parece una cosa impresionante, viniendo de un señor al que nunca le tembló la mano a la hora de firmar sentencias de muerte, garrote y prensa, al tiempo que se tomaba un bizcocho con chocolate. Lo cuenta tal cual don Pedro Sainz Rodríguez, ministro de educación que fuera, el primero, en plena guerra, que por eso le dimitió (le dimitió por las sentencias, más que por el chocolate). Comparo lo de Gibraltar con la ristra de muertos que en pos de la independencia de su tierra han dejado los chicos de la gasolina de Arzallus -¿dónde se habrá metido semejante sinvergüenza?-, y no me salen las cuentas. Y más aún: si lo comparamos con lo de hoy en Cataluña, que se escribe con eñe, ¡como España!, llegamos a la conclusión de que aquello fue una sanguinaria locura sin sentido. Dicho lo cual, ¿qué pensará el sinvergüenza de Arzallus cuando vea que Cataluña (con eñe, como España), pueda declararse independiente, antes que el País Vasco, sin pegar un solo tiro? Bueno, si exceptuamos los que pegaron en su día los cretinos de Terra LLiure, pobres desgraciados que no querían ser menos que los de la eta (también hubo un grupo terrorista gallego, de nombre risible, que tontos los hay en todas partes). Yo no sé si será esta vez o no, pero son tantos años machacando con el “España nos roba” y con la prohibición de enseñar en español, ¡en una parte de España!, que mucho me temo que tenga razón Guardiola: “La independencia llegará tarde o temprano”. A no ser que pase como en Quebec, que cansados de perder un referéndum  tras otro, llevan ya sus buenos años sin dar la tabarra. O que les salga el tiro por la culata, como en Escocia, ojalá. Lo malo es que, sea cual sea el resultado, la fractura social ya se ha producido, y a ver quién es el guapo que revierte esa situación. Les está bien empleado, digámoslo así, a los políticos de Madrid por haber sido tan permisivos, todos, con los nacionalistas. Lo de los socialistas catalanes, independentistas según la hora, es para echarles de comer aparte. Para muestra un botón: cada vez que me acuerdo de Chaves, escuchando mediante auriculares, en el Senado, a uno de Córdoba hablando en catalán, el pobre Montilla, me dan ganas de liarme a guantazos con todos ellos: imbéciles, que sois unos imbéciles, castigados sin cine y sin postre quince días, payasos, idiotas, estúpidos. Ah, y con el silencio en su día de Alfonso Guerra y de Felipe González, que ahora se rasgan las vestiduras. A buena hora, mangas verdes.

   Pero como lo mío no es el pesimismo, no quiero dejar de pasar la ocasión sin hablarles de dos noticias impresionantes de esta semana, y que por ser buenas noticias, apenas han sido noticia, ah, los medios de comunicación, qué ricos los mis niños. Una: “La salud de los españoles es extremadamente buena”, según la OMS. Toma del frasco. Dos: la inauguración de una asombrosa obra de arte al aire libre, orgullo de la ingeniería española, y que encima sirve para que por ella pasen los coches y el tranvía: el nuevo puente de Cádiz.  


  He dicho.


    

Entradas populares de este blog

MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...

EL SEXO CUÁNTICO

Eso es precisamente lo que están investigando y difundiendo las muchachas de Igualdad, el ministerio de doña Irene Trans, perdón, Montero, las jóvenes científicas que trabajan en el LISMI (Laboratorio de Investigaciones Sexológicas del Ministerio de Igualdad), al frente del cual se encuentra una señora que se hace llamar Pam. El sexo cuántico, o sea (no confundir con el sexo tántrico, el de Sánchez Dragó). Que qué rayos es el sexo cuántico. Muy sencillo: el sexo llevado a sus últimas minuciosidades, un suponer, el sexo durante los días ‘enrojecidos’, así como la exploración de otros ‘agujeros negros’ de la galaxia femenina, etc. Que por qué el nombre de cuántico. Porque es lo más parecido a la llamada mecánica cuántica. O sea, el sexo de lo minutísimo. Me explico. Así como existe una parte de la física que se ocupa del macrocosmos, al que dedicó sus poderosas neuronas “el más grande”, Albert Einstein (“la más grande” es Rocío Jurado), con su asombrosa teoría de la relatividad, e...

EL PINGANILLO Y EL FILÓSOFO PANDÉMICO

EL PINGANILLO Y EL FILÓSOFO PANDÉMICO Agapito Gómez Villa Sucedió hace tres quinquenios en la llamada Cámara Alta, ese ente inservible que nos cuesta 5.000 millones al año (ni con mayoría absoluta de la oposición sirve para mojarle la oreja a Sánchez), cuando José Montilla, andaluz de Iznájar, Cordoba, presidente a la sazón de la Generalidad de Cataluña, perdón, Catalunya, se dirigió a la concurrencia en un ‘perfecto’ catalán (malas lenguas dicen que cuando tiene que escribir algo en público, le pasan antes una chuleta). Entre los senadores, Manuel Chaves, andaluz de Sevilla nacido en Ceuta, escuchaba atento, pinganillo mediante, a su paisano José. Aquel día me dije: están locos. Amable lector: “Demuéstrame que no tengo razón”, que decía el joven americano recién asesinado. Que un sevillano se viera obligado a usar un auricular para entender a un cordobés (16 años tenía cuando su familia emigró a Cataluña), es muy fuerte. Ni que decir tiene que ...