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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Richard Gere

  El famoso terrorista internacional, Richard Gere, perdón, perdón, activista, es que así le llamaban a los terroristas de la eta muchos periodistas, activistas, qué asco, qué repugnancia, lo que hemos tenido que tragar, activistas, el mismo vocablo que usan para calificar a los miembros más significados de una noble causa, Green Peace, un suponer, y, claro, como terrorista y activista los han hecho sinónimos, se me ha ido la pinza, les iba diciendo que el celebérrimo actor norteamericano y activista, ahora sí, de los derechos humanos, cuyo nombre ya está escrito, ha dicho nada más llegar a España: “Aplaudo a la alcaldesa de Madrid”. Los de Podemos, como se pueden imaginar, nos pusimos más contentos que unas castañuelas. Nada más y nada menos que un terrorista, perdón, activista, de la fama mundial de don Ricardo, bendiciendo a nuestra alcaldesa piloto, Manuela Carmena, o sea. Pero qué poco dura la alegría en casa del pobre. En ésas estábamos, cuando, no repuestos aún de tan...

Franco y Bertín

   Hoy viernes, cuando escribo, hace cuarenta años que murió Franco. La helada de aquel día fue de las que hacen época, o sea, histórica, que diría uno de la tele. Recuerdo que el campo de Salamanca, visto desde el autobús, era todo una sábana congelada. Etcétera.    La noche que Bertín Osborne cantó en mi pueblo (por mi pueblo, el de las Tortas del Casar, excepto Julio Iglesias y Raphael, pasaron todos, lo que se dice todos), hacía calor, aunque no demasiado. Yo, que adoro la buena música y la bellas voces, fui a ver a Bertín por no quedarme solo, porque cantar, lo que se dice cantar, el mozo nunca cantó. Etcétera.     Una vez ‘posicionados’, horror, los protagonistas en el escenario, pasemos directamente a la acción.     Desde tiempos inmemoriales es conocido mi desamor por los personajes que hablan mal (un rey que hubo, por ejemplo) y por los cantantes que cantan fatal (Bertín Osborne, un suponer). Dicho lo cual, Bertín nunca fuera...

El magma islámico

   Vaya por delante que no se me ha olvidado lo de Cela: “Cuando en un sitio huele mucho a algo, el secreto no es oler más, sino oler a otra cosa”. Pero hoy, a pesar de que no se habla de otro asunto, me resulta mentalmente imposible no escribir sobre la noche de los “fusiles largos” parisina (me dormí de madrugada con los auriculares puestos). Para empezar, imaginemos que Ortega hubiera nacido en Francia.     Si Ortega hubiese sido francés, sería considerado por sus conciudadanos como uno de los más brillantes pensadores de la historia, y por tal, tanto ayer como hoy todos los columnistas del mundo, el occidental, claro, para ilustrar sus reflexiones sobre la horrenda masacre de París, principiarían hablando de unas palabras del gran filósofo, proféticas a la postre, publicadas en 1937, en uno de los varios prólogos que hiciera para presentar en sociedad su obra más célebre, “La rebelión de las masas”, y que en su día ya fueran recogidas en estas páginas por ...

Mi libro blanco

    El profesor Marina, o sea, el sabio profesor José Antonio Marina, ante el desastre general de la enseñanza en nuestro país, acaba de poner su grano de arena (saco más bien): su libro blanco sobre la educación. En él viene a decir que un maestro malo no puede ganar lo mismo que uno bueno. Hasta ahí, no puedo estar más de acuerdo, profesor. Pero a ver quién es el guapo que le pone el cascabel al gato. Quiero decir que a ver cómo hacemos para objetivar quién es el maestro bueno, el malo y lo que es más difícil, el regular. Porque esa es la ardua cuestión. A ese respecto, la Biblia lo tiene clarísimo: los buenos al cielo y los malos al infierno. Pero, en este valle de lágrimas, ¿qué haríamos después con el prestigio de los damnificados? A mí, pareciéndome una idea acertadísima, se me antoja, empero, muy difícil de llevar al plano práctico, y por tanto, impropia de una mente tan preclara como la del profesor Marina. Dicho lo cual, ahora me toca a mí.   Yo, aunque...

De bodas y entierros

      'Pasmao', 'pasmao' me quedé, que hubiera dicho Pedro Ruiz, poniendo voz de Alfonso Guerra. En esto que iba yo el otro día escuchando la entrevista a Leopoldo Abadía, el sabio ingeniero industrial que tanto sabe de economía, el de la "Crisis Ninja" y otros desastres financieros, cuando, luego de una catarata de sentido común, va el buen hombre y me sorprende con esto: "En mi testamento tengo escrito que espero que no se le ocurra a ninguno de mis nietos (tiene cuarenta y cinco, de doce hijos) leer al final de mi funeral unas cuartillas diciendo lo bueno y lo simpático que era su abuelo". Me quedé 'pasmao', ya digo, porque dijo algo que ya tenía yo pasado por el neocórtex, a saber: que uno tampoco comulga con esas moderneces, peliculeras y foráneas. Qué va a decir un nieto de su abuelo. Eso estaría bien en el momento de darle sepultura, por ejemplo, que no me explico yo a cuento de qué los señores sacerdotes se han dejado invadi...