Uno sabía que el señor Botín, que en gloria esté, fue hombre de innata capacidad para la cosa dineraria, o sea, para hacerse rico (Vargas Llosa dice que es una cualidad como otra cualquiera), pero de lo que no tenía ni barruntos es de que, además, tuviese otras facultades, habitualmente muy alejadas del mundo de las finanzas, tal es la capacidad para crear un cuerpo de doctrina, nada más y nada menos. Como Parot el de la eta, pero sin muertos. Pues sí señor, don Emilio creó una doctrina, bueno, se la crearon ad hoc, previo pago de su importe, y como fuera hecha a su medida, le pusieron su nombre: la doctrina Botín. Hablando en plata: la doctrina Botín es una pirueta legal (léase argucia), bendecida por el Tribunal Supremo, -¿y qué?-, e inventada por prestigiosos leguleyos para librar de la quema a uno de los hombres más poderosos e influyentes de España, que dudo yo que se la hubieran sacado de la manga para un robagallinas en paro. ¿O sí? No me lo creo. En fi...
Artículos de opinión publicados por Agapito Gómez Villa