Ir al contenido principal

20-D: la solución


  Vargas Llosa, don Mario, o sea, fue de toda la vida ciudadano peruano. Hasta tal punto lo es que, oyendo cantos de sirena del Pacífico, que las he visto yo, bellísimas, en las playas de El Callao, una vez decidió presentarse a las elecciones de su país, contendiendo con uno de los tíos más sinvergüenzas y marrulleros que ha dado la política mundial, el tal Fujimori. Bien. Un buen día, el gobierno de España decidió otorgarle nuestra nacionalidad, y en aquel instante, el que era sólo peruano, sin dejar de serlo, quedó hecho español. Eso para empezar. Pero don Mario no sólo conoce al dedillo el mundo hispano de ambas orillas (¡en tiempos fue medio amigo de Fidel Castro!), sino que, sin ser ciudadano francés, que se jodan los franceses, vivió largos años en Francia; tiene además casa en Londres, y no sé si tiene casa en los EEUU, pero se mueve por allí como si fuera su casa. ¿Hay quien dé más? Como resumen: don Mario es un ciudadano del mundo, que además está en posesión de una envidiable mollera (Umbral dijo que era muy brillante como ensayista) que no sólo le ha servido para obtener el Nobel de Literatura, sino, lo que es más importante, para conquistar a una de las mujeres más atractivas y enigmáticas del orbe (yo, la verdad, ni lo he intentado: no me gustan las señoras mayores que yo: Isabel me lleva tres meses justitos y cabales). Dicho todo lo cual, podemos llegar a la conclusión de que don Mario conoce como nadie el paño de la realidad sociopolítica mundial, la española en particular.

  Pues bien, en uso de su indemne intelecto, ante el incierto panorama que nos ha deparado el 20-D, don Mario ha escrito un artículo que para mí es la Biblia: un gobierno de coalición integrado por el PP, el PSOE y Ciudadanos, es la solución. ¿Ustedes creen que don Mario tiene algún interés espurio en sus reflexiones? Vamos anda. Ésa es la conclusión a la que llega un hombre de talento, que, como ciudadano del mundo que es, ve las cosas con una perspectiva que le proporciona, además de una impoluta imparcialidad, una gran altura de miras. ¡Altura de miras!, de qué me sonará a mí eso. En efecto, esa es la expresión que no se les cae de la boca a los políticos y a sus primos hermanos, los periodistas (los de Madrid, mayormente). Pero me da a mí la sensación de que, una vez más, la única altura de miras que tienen los políticos en general, salvo admirables excepciones germánicas, son los intereses de su propio partido: a España que le vayan dando. Mucho me temo que eso vaya a ser así una vez más. ¿Que por qué? Pero hombre, si todos los gobiernos que en España han sido, todos, no han hecho otra cosa que echarse en brazos de los partidos nacionalistas, cesiones y más concesiones, en lugar de pedirles apoyo a partidos de ámbito español, PP o PSOE, lo cual nos ha llevado a la deriva independentista actual, cuasi imparable ya. ¿Ustedes creen que un gobierno débil sería capaz, llegado el caso, que puede llegar, de tener que suspender la autonomía de Cataluña? Hagan caso a don Mario, por favor. Es mucho lo que está en juego.

     

Entradas populares de este blog

MUFACE Y LA MINISTRA IGNORANTE

Me lo dijo mi dilecto amigo, Manuel Encinas, más de cuatro décadas ya: “Abre la consulta”. Y como el consejo venía de una persona que tenía muchos dedos mentales de frente, abrí la consulta. Total, que toda la vida he trabajado para la seguridad social y para MUFACE, el funcionariado, mayormente de la docencia. Incluso me dio tiempo de ser médico de la institución penitenciaria, diez años. O sea, que conozco el paño como el primero. Por eso, cuando el otro día leí que la ministra de sanidad mostraba su decepción por la continuidad de MUFACE, me dije para mí: “Esta mujer no sabe lo que dice”. Nadie discute que el sistema nacional de salud, la seguridad social de toda la vida, es de lo mejorcito que hay por esos mundos de Dios: gracias al sistema MIR, claro, que no es otro el secreto. Pero no es menos cierto que, teniendo como tiene el funcionariado la posibilidad de elegir entre el sistema nacional y el de MUFACE, al iniciar su andadura profesional, y una vez al año para cambiars...

Dos soles y cuatro lunas

  Pasado mañana, a las doce en punto de la noche, despediremos un año, y un instante después, estrenaremos uno nuevo. Y la Tierra, que es la madre del cordero, sin enterarse de la misa la media. ¿Por qué digo esto? Hombre, está muy claro. ¿Qué es un año? Un año, lo saben muy bien los niños, es el tiempo que pasa entre los regalos de un cumple y los del cumple siguiente. Aniversarios infantiles aparte, un año, como es sabido, es una medida astronómica: el tiempo que la Tierra tarda en completar una vuelta alrededor del Sol, a la módica velocidad de 108.000 km por hora, con lo que dónde coños estaremos cuando acabe de escribir esta columna. (Si a eso le añadimos que el Sol se está moviendo a una velocidad infernal, en derredor del centro de la galaxia, la Vía Láctea, y que nuestra galaxia se aleja como un rayo de las galaxias vecinas, ya tenemos el lío montado. Ah, se me olvidaba decir que la Tierra también gira sobre sí misma. Con todo ese jaleo de movimientos, no me extraña nad...

DE LOS ALERTEROS Y LOS POLÍTICOS

Se han pasado el verano acojonando al personal con alertas por la caló (les gusta más una alerta roja que a un tonto una tiza), y para una vez que han podido lucirse, la DANA valenciana, ha pasado como en el cuento del lobo. Me refiero a los saltimbanquis/as que han convertido una ciencia, la meteorología, en un espectáculo circense, que lo único que les falta es comenzar sus intervenciones como aquellos genios que hubo: “¿Cómo están ustedeeees?” Tendrían que aprender del profesor Jorge Olcina (COPE) y de José Miguel Viñas (Rne), o de Mario Picazo, físicos todos, unos señores que tratan la meteorología con un rigor y una seriedad que da gusto, no como esa pandilla de histriones/as, ya digo, que parece que fueran ellos los hacedores del clima. Así les ha lucido el pelo con la “DANA más catastrófica del siglo”, que es como titulan ‘los otros’ a todas horas, tal que si estuviéramos ya en el 2099. Dice José Antonio Maldonado, físico también, que no entiende por qué se tard...