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INVESTIDURA TELÉMATICA



          
  Que dicen que la investidura telemática que pretenden los Puigdemones no sirve. Vamos, que no se ajusta a los cánones de la legalidad. A los tradicionales tal vez, pero a los de las vanguardias sí. A los del futuro, ni te cuento. A no ser que en la tan real (“lo tan real, hoy lunes”, dijera el poeta Guillén) separación de poderes, alguno de ellos fuese preeminente sobre los otros, lo cual se me antojaría un dislate. El legislativo más que el judicial, un suponer. Veamos.

   Muchos son los casos, in crescendo, en los que un encausado en proceso judicial realiza su declaración por videoconferencia, cosa impensable hace cuatro días, con lo cual, ni te cuento las ventajas de toda clase. ¿A que ya saben por dónde voy? En efecto. ¿Es acaso más importante, desde el punto de vista estrictamente legal, una investidura que una declaración judicial? Vamos anda. Más solemne, sí; pero no más trascendente. Pues bien, a eso podrían agarrarse los ‘puigdemones’ para justificar sus pretensiones. Si un reo cualquiera lo hace, ¿por qué ‘Carlas’, no podría hacer lo suyo desde Bruselas? Pero hay más. Tal hecho sería el preludio de una revolución que ya ha empezado a llegar, para quedarse, que se dice mucho ahora. La investidura telemática de Puigdemont daría paso a los plenos telemáticos del ‘parlament’. ¿Se imaginan el ahorro que eso conllevaría, en dietas, desplazamientos y gabelas múltiples? Como es de imaginar, la cosa se haría extensible al resto de las CCAA (me refiero a los plenos telemáticos). Así que multipliquen por diecisiete, más Ceuta y Melilla, y verán a cuánto ascenderían los ahorros. El paso siguiente sería, claro es, la supresión del sistema autonómico, verdadero cáncer económico y social de la unidad de la Nación Española. Pero eso lo dejamos para otro día.

         Hablando del futuro. Ya es una realísima realidad el uso de los medios audiovisuales para múltiples usos: laborales, científicos (multitud de laboratorios, telescopios… trabajan en red), empresariales, ingeniería, arquitectura, medicina (la medicina telemática ya ha comenzado), etc. Así que, dentro de cuatro días, veinte años como mucho, que, según el tango, no son nada, habrá colonias habitadas en Marte. Seguro estoy de que alguno de los ‘marcianos’ será español. Como a nadie se le habrá pasado por la cabeza privarlo de su nacionalidad, no sólo tendrá derecho a voto, sino que tendrá derecho a ser elegible. ¿Por qué no? Imaginemos que el hispano-marciano resultase ganador. ¿Tendría que regresar a la Tierra para tomar posesión? Vamos anda. Habría que esperar un año. Aparte el incalculable coste del viaje. Lo lógico y natural es que hiciese su discurso de investidura, así como la toma de posesión tal como la pretende Puigdemont. ¿O no? Lo que acabo de glosar, en teoría, podría suceder, en cuyo caso, resultarán de todo punto risibles las palabras de todos los que hoy se mofan de la investidura telemática de ‘Carlas’ el Belga: las del señor Alfonso Alonso entre otros, que ha tenido una ocurrencia de preescolar, al hablar de la investidura de Iker Jiménez, el del “Cuarto Milenio”. En su día, se acordarán de este escrito, y más de uno se avergonzará.
  Permítase, pues, a ‘Carlas’ predicar desde Bruselas. Eso sí, con sueldo telemático. ¿Y eso qué es lo que es? Yo qué sé. Pregúntenle a Montoro.

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